No podemos, por más que lo intentemos, achacarlo todo a la mera coyuntura o al efecto, ahora desfavorable y estancado, de los ciclos económicos. No. Muchos de los problemas y carencias actuales tienen su origen o se han acentuado, a partir de la mala y hasta pésima gestión de quienes han ocupado muchos de los cargos públicos de Balears en los últimos tiempos. Es más, aún con procesos judiciales y de investigación policial en curso, la opinión pública tiene asumida la presunción de que, demasiadas personas –no necesitábamos ninguna para tal función– de las que se procuraron algún cargo público, lo hicieron precisamente con la desvirtuada intención de lucrarse con ello. Por eso ahora, los recortes que aligeran sueldos de funcionarios y complican o restringen servicios elementales a la ciudadanía, serían más asumibles si vinieran acompañados por la reposición de fondos por parte de quienes han defraudado o han hecho uso indebido de la función pública.

La rémora de la corrupción política permanecerá en esta tierra durante mucho tiempo. Sigue siendo un lastre muy pesado y costoso. Tanto que cada día nos vemos obligados a actualizar un caso u otro de los muchos que permanecer en vigor.

Las nuevas declaraciones del arrepentido Germán Chacártegui, el ingeniero que fue responsable de Medio Ambiente de Emaya y que ahora aparece imputado en el caso Ossifar, permiten conocer lo mucho que se cocía en las cloacas de Emaya, unos conductos subterráneos que se atascaban más de la cuenta porque, por lo visto, antes que procurar el saneamiento de Palma, estaban desviadas, directamente, hacia el trabajo electoral en beneficio de la extinta UM y para el caso también habían hecho conexiones con el sobrecoste de máquinas de limpieza y camiones. Chacártegui ha dejado claro como Cristina Cerdó estaba enterada de todo y que Magdalena Tortella era la ejecutora de cuanto se ordenaba. La agenda intervenida a un proveedor permite probar los intensos contactos mantenidos con líderes de UM.

Por todo ello, esta claro que Emaya, la gran –sólo por volumen– empresa pública de Palma, que ahora no puede pagar a sus empleados y atasca a proveedores a fuerza de deudas, ha reconvertido durante demasiado tiempo sus siglas con el correspondiente a empresa municipal de agujeros y amaños.

Hoy hablamos del caso Ossifar desde el que podemos establecer conexión con su tubería mayor del Picnic o salir a la superficie y actualizar nuestra decepción al comprobar que existen demasiados paralelismos con el modo de actuar con lo descubierto en los casos Maquillaje, Can Domenge, Palma Arena o Ibatur, por mencionar sólo algunos de los más sonados o escandalosos.

Chacártegui dice que se fue de Emaya cansado de recibir presiones y de redactar informes falsos. Aguantó entre 2007 y 2009. Lástima que él y otros muchos no dieran el portazo el primer día. Hubiera sido un excelente modo de contribuir a que Emaya y muchas otras instituciones de la isla pudieran aligerar los atascos financieros que padecen en la actualidad. También un modo de contribuir a que las relaciones entre la clase política, todavía distante porque los recortes que puedan afectarle son todavía "testimoniales" y la sociedad, fueran más fluidas y naturales. Conviene no perder de vista que los problemas de esta Comunidad no son sólo financieros. Para llegar a su raíz hay que perforar más hondo.