Nunca se ha sabido bien lo que es el duende, y así debe ser, pues duende, genio, magia o mística son palabras límite, que designan entidades, o calidades, que viven fuera del perímetro. El duende es lo que descargó sus poderes en la terminal de un cuerpo envejecido por los años, pero que conservaba intacto el pararrayos, y me refiero, claro, al de Cayetana de Alba bailando hace días descalza al salir de su tercera boda. El duende se convoca, en este caso, a través de la fusión de cante y cuerpo. Como todo lo valioso, requiere un arduo aprendizaje, pero luego basta con un preciso y justo braceo o pataleo para que el duende entre, se encarne y se inicie la posesión. La aparición del duende se lo dice todo a la gente, y en especial al pueblo que está más en el secreto, una renta patrimonial que no computa en el PIB de una región, ni tampoco podría, pues su valor resulta incalculable.