Las audiencias de televisión, en las que los operadores se juegan el ser o no ser puesto que de ellas dependen los ingresos por publicidad, son con frecuencia inextricables pero sin duda ofrecen un fiel retrato psicológico y cultural de la ciudadanía. El bíblico "por sus obras los conoceréis" se convierte al amparo de la globalización en "por lo que ven sabréis de qué pie cojean". A menudo, algunos sentimos un estremecimiento al ver por dónde caminan las preferencias colectivas, qué negocios audiovisuales prosperan, qué estilos televisivos están en auge o en decadencia. Pero este mes de enero ha ocurrido una mudanza que resulta especialmente reveladora, la cadena CNN+ ha sido sustituida por Gran Hermano 24H, y si la audiencia de aquella emisora de información y opinión fue en sus mejores momentos del 0,6%, su sucesora ha conseguido desde el principio un 0,9%. Más vale no sacar conclusiones precipitadas de tales datos objetivos, incontestables y reveladores. Pero uno siente un repentino impulso hacia la depresión, que se convierte poco a poco en deseo arrebatador de mudar de país.