El mapa de la libertad religiosa en Oriente Medio es desolador para los cristianos: o están oprimidos, caso de Arabia Saudí e Irán, o tienen serias limitaciones para ejercer sus creencias, como sucede en Argelia, Libia y Egipto; únicamente en Turquía y Túnez hay un nivel aceptable de libertad, aunque siempre se dan limitaciones. Además, en el Irak liberado por Estados Unidos de la dictadura laica de Sadam, el éxodo de los cristianos es imparable. Con el laico Sadam podían ejercer su religión, hoy están en desbandada y son cazados por los grupos vinculados a Al Qaeda. En 1990 había en Irak un millón y medio de cristianos, ahora solo quedan cuatrocientos mil.

Ante lo que sucede no es hacer retórica desear que alguien ponga al cristiano renacido Bush, el católico converso Blair y el nacionalcatólico Aznar frente a las responsabilidades que tienen, sustancialmente el primero, por haber eliminado a un dictador sangriento, por definición como todos, pero que, en definitiva, era "su hijo de puta" y, además, eficaz parapeto contra el expansionismo del Irán de los ayatolas fundamentalistas, que han convertido a la antigua Persia (el inmenso error del presidente Carter, al dejar caer al déspota ilustrado del Sha treinta años atrás, se sigue pagando muy caro) en la teocracia más repugnante del planeta y, por si no sobrara, con vara alta en el Irak liberado.

En un viaje a Argelia, hecho antes de la guerra desatada entre el Ejército y el Frente Islámico de Salvación (FIS) y sus organizaciones terroristas, que han dejado decenas de miles de muertos en apenas dos décadas, quise visitar una de las mezquitas de la capital. Quien me acompañaba, un argelino simpatizante del FIS, me dijo que era imposible, ya que en su país (en esto no hay una pauta común en el mundo musulmán) los "infieles" no podían entrar en el recinto sagrado. En un debate televisivo, en el que participaba un musulmán cuya cantinela, repetida en cada intervención, era la de que "no hay problema", éste justificó que no se pudieran construir iglesias en Arabia Saudí argumentando que en el Vaticano tampoco podían levantarse mezquitas. En fin, un mundo impermeable, en el que, demasiadas veces, la ingenuidad de la "alianza de civilizaciones" exhibe que no es más que una ensoñación sin fundamento; la libertad religiosa es exclusivamente unidireccional: se garantiza en Occidente, en el laico mundo occidental, porque es uno de los pilares fundamentales de su código de valores, el más avanzado y justo del planeta, se diga lo que se diga, pero no existe en la mayor parte del mundo islámico, en el que, de acuerdo con lo establecido por el Corán, su libro sagrado, directamente dictado por Dios a su Profeta, religión y sociedad son una misma cosa. El laicismo y sus valores son incompatibles con la fe musulmana, aunque Erdogán gobierne de acuerdo con una constitución laica que trata de enmendar para islamizar progresivamente la sociedad turca.

Es lo que hay con pocos o ningún viso de cambio; sin embargo, lo que sí puede modificarse es la impresentable dejadez de muchos de los gobiernos de la Unión Europea al permitir que sectores importantes de la inmigración musulmana incorporen sus códigos de conducta morales, tratando de que primen sobre las leyes comunes a la Unión. Lo que no puede ser es que, en España, determinados imanes (los clérigos musulmanes) intenten que sus respectivas comunidades se rijan por la Ley Islámica, la "sharia", en asuntos que conciernen a la familia y al lugar de la mujer en la misma. Esto es lo inaceptable. Lo hemos visto en Mallorca: algún bar regentado por musulmanes veta la entrada de las mujeres (en su día las denuncias se presentaron en el Ayuntamiento de Palma sin que pasara nada) o un presunto delincuente, de religión musulmana, se niega en redondo a que el abogado de oficio que se le asigna sea una mujer, sin que el Colegio de Abogados considere que ha intervenir de inmediato y también sin que las organizaciones feministas, tan prestas a alzar la voz ante otras agresiones, pongan el grito en el cielo.

Las proliferación de estas situaciones, que no se solventan sino que se trata de sobrellevar, sobre todo por parte de algunos desnortados dirigentes de la izquierda, es lo que progresivamente ensancha el campo de juego a quienes, desde la extrema derecha, siempre xenófoba, aprovechan para obtener réditos electorales: en Holanda, Suecia… y pronto en España, con el PP decidido a que Cataluña sea su banco de pruebas para observar hasta dónde puede llegar aprovechando la suicida parálisis socialista.