Tiene su explicación porque España está obligada a llevarse lo mejor posible con Marruecos por una serie de razones que a ninguno se nos escapan, el control (relativo) del terrorismo islamista y la inmigración ilegal entre ellos, o los legítimos intereses económicos y empresariales españoles; pero el papelón que está haciendo el actual Gobierno español en la crisis de El Aaiún produce vergüenza ajena. Más que vergüenza. El pragmatismo es obligado en política, nadie va de ingenua novicia. Pero, no a cualquier precio, poner la cama encima, pues hombre, no. Todos sabemos lo compleja y difícil que es la relación con Marruecos, que hay intereses nacionales muy graves en juego en los que la cabeza debe pesar más que el corazón. El Sáhara, para mí, es el principal, la gran contradicción que a muchos (me incluyo) nos plantea lo que nos gustaría que pasase y lo que en realidad cabe esperar que ocurra, escuece. La vida no es justa, es como es, y las aspiraciones independentistas de la ex colonia española me temo que ya no tienen "padrino" político, ninguno. Tampoco España. Asumamos que les hemos fallado y que entre sus intereses y los nuestros preferimos los nuestros. Pero... sin 'barra libre' para Marruecos.

El pragmatismo político también tiene sus límites, la democracia es un exigente sistema de controles, de valores y de principios en el que el respeto a la dignidad de la persona corre pareja a la dignidad nacional de forma indisoluble, aquí no hay "núcleo duro de la soberanía nacional" que valga, ministro Jáuregui, en un país que se respete a sí mismo no puede haber bien ni interés político superior a esos. Y lo siento mucho pero el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no puede tragar con el brutal ataque que está realizando ante las narices del mundo Marruecos contra los Derechos Humanos de los saharauis de El Aaiún y seguir llamándose a sí mismo progresista. Ni siquiera demócrata.

Esta semana la ministra de Exteriores podría explicar en el Congreso la posición española respecto al Sáhara, aún no sabemos cuándo porque entre el pleno de los Presupuestos y la comparecencia de Zapatero sobre el paro y qué propone para la creación de empleo, la agenda está a tope. Pero creo que cuanto antes y con la máxima claridad el Gobierno tiene que condenar la agresión marroquí a los Derechos Humanos de los saharauis y rectificar su diplomacia de debilidad y dejación respecto a Marruecos, tan cobarde como contraproducente.