Muchas personas que padecen una depresión se hacen una y otra vez esta pregunta, sobre todo si" no tienen motivos". Generalmente la depresión se ha asociado a situaciones o acontecimientos de la vida en los cuales había una perdida. Es interesante saber que en una proporción importante de pacientes no encontramos vivencias de ese tipo. Esto complica a veces la comprensión y aceptación del paciente y de la familia, a los que cuesta entender y a veces explicar que el cerebro se puede deprimir sin motivos. Es muy frecuente en muchos pacientes el que la depresión siga una influencia estacional con recaídas en primavera y otoño. También es frecuente encontrar pacientes sobre todo mujeres muy sensibles a la falta de luz que suelen recaer en noviembre y diciembre y se recuperan en febrero y marzo. No hay enfermedades, hay enfermos. Siempre hay que individualizar y contextualizar la enfermedad que se llama depresión. Hoy también es frecuente confundir la depresión con el estrés, el duelo o la tristeza. ¿Por qué se deprime el cerebro? Porque no lo puede evitar. Se defiende como gato panza arriba para no hacerlo. Se infla de chocolate, se atiborra de carbohidratos, se auto seda con alcohol y otros tóxicos, proyecta sobre el cuerpo su sufrimiento en un intento de desplazar su depresión, pone a trabajar a destajo el gran mecanismo del llanto, utiliza la rabia para no venirse abajo, se obsesiona inútilmente intentando que el sobrevalorado pensamiento bloquee la depresión, aumenta el consumo de cigarrillos y se ralentiza pero no lo consigue. Yo quiero pero no puedo, dicen los pacientes que padecen una depresión. A más sobreesfuerzo más impotencia y cansancio. La mente es producto del cerebro. El cerebro se moviliza a través de química y electricidad. El cerebro es como la tarjeta visa, tiene un límite y cuando entra en números rojos se quiebra. El cerebro humano tiene claro dos cosas: busca el placer y sobre todo no quiere sufrir pero es un órgano que no soporta el estrés crónico y acumulativo al que lo sometemos. Es muy vulnerable a la prisa y sobre todo es muy frágil al estrés afectivo. Es muy importante aceptar la depresión. Uno no es culpable de deprimirse. No debemos mutilar nuestra autoestima por que estemos deprimidos. No debemos autoexigirnos lo que no podemos. No debemos apelar a la voluntad para intentar controlar nuestra depresión. La familia que sufre con su pariente deprimido precisa dosis altas de paciencia y compresión para adaptarse adecuadamente. No lo deben de presionar, culpabilizar o pedirle lo que no puede hacer. ¿Es la depresión la expresión del agotamiento de nuestro cerebro en un intento de adaptarse a un ritmo vital que le supera? ¿Es la depresión un reset para poder conectar y reflexionar sobre como estamos construyendo nuestra vida? Sea lo que fuere hay que controlarla lo mas rápidamente posible. Ese es el papel de los antidepresivos. Su efecto se hace esperar dos semanas y exigen muchas veces ser optimizados. Es injusta la "leyenda negra" de estos magníficos fármacos. No acostumbran y no producen ningún tipo de adicción. Hay que tomarlos diariamente y retirarlos progresivamente. Deben de tomarse de 6 meses a un año. Tiene un handicap: que alteran la vida sexual, pero no todos ellos, ya hay dos que no lo hacen. De todas formas, cuando se padece una depresión la planificación y la ejecución de la vida sexual están muy deterioradas. Ahora bien cuando el paciente se recupera y vuelve el deseo está servido el drama ya que producen disfunciones sexuales que afectan a la erección, a la eyaculación y al orgasmo. Los antidepresivos son muletas en los cuales apoyarse para no caerse, para poder caminar y luego correr. Nunca se avergüence ni pida perdón por padecer la peor experiencia emocional que un ser humano puede tener ya afecta a la totalidad de la vida psíquica: impregna negativamente el pasado, el presente y el futuro y es la enfermedad con más alto riego de conductas autodestructivas. Afortunadamente, una alta proporción es reversible y transitoria. Usted está mal pero volverá a estar bien.

(*) Psiquiatra del HSD. Coordinador del Centro de Atención Integral de la depresión.