En la anterior consagración de un gran templo en España –la madrileña catedral de la Almudena– Felipe González fue abucheado a modo por muchos asistentes, pese a que la Almudena había sido concluida gracias a la iniciativa personal de González, que hizo una «colecta» entre grandes empresas públicas y privadas.

El seny catalán a lo mejor da de sí otra cosa, pero es probable que la presencia de Zapatero en la Sagrada Familia hubiera sido saludada de forma parecida. Lo de clamar por la asistencia del político para luego poder darle caña es ya muy clásico. Es verdad que el político debe aguantar estoicamente el chaparrón cuando está obligado (como cada año el 12 de octubre), pero no es caritativo pedir que uno se castigue tanto el cuerpo. De igual modo tampoco es caritativo pedir al Papa que diga otra cosa que lo que dijo (en términos más bien moderados), pues ya no sería su discurso.