El president Antich ha comunicado a sus socios del Govern que invitará al presidente popular a dialogar para llegar a acuerdos puntuales que faciliten la aprobación de los presupuestos del año próximo y, lo que es más importante, su ejecución. Hace ya varios días que Antich y José Ramón Bauzá se entrecruzan mensajes sobre la necesidad de llegar a un Pacto de Estado que proporcione estabilidad a las instituciones y permita encontrar soluciones para durante y después de la crisis. Con tanta corrupción al descubierto y con continuos enfrentamientos internos, que afectan tanto al PP como a los partidos del Pacte de Govern, un poco de tranquilidad vendría muy bien para, por lo menos, enfocar los problemas sin interferencias. La economía balear necesita reestructurar sus bases para asegurarse el futuro y para eso es imprescindible el consenso a todos los niveles.

La invitación de Antich es, pues, una buena noticia, aunque en lugar de tranquilizar intranquilice a quiénes dan prioridad a las batallas internas en vez de afrontar los problemas estructurales que arrastra nuestra sociedad. De hecho, el presidente del PP balear – pese a que el PP dice no compartir la filosofía de los presupuestos de 2010– se ha mostrado encantado, ansioso ha dicho, por tener este encuentro. Sin embargo, no todo el mundo comparte esta satisfacción. El Bloc, por ejemplo, a través de su portavoz, Biel Barceló, se ha apresurado a recordar a Antich que su gobierno es de coalición y que las decisiones importantes se han de consensuar previamente. De algún modo le ha sugerido que en el encuentro, según cual sea su intención, intervenga como secretario general del PSIB-PSOE y no como president.

Sea como sea el formato del encuentro, se nota que Antich y Bauzá están hartos de los enfrentamientos internos que les impiden asumir sus respectivos papeles. El Pacte de Govern está inmerso en una crisis continua. La enésima batalla empezó ayer mismo en el ayuntamiento de Palma, donde la abstención de UM permitió que se aprobara una enmienda del PP que pide la supresión de dos altos cargos que ocupa Esquerra Unida. Para el portavoz del Bloc en Cort, Eberhard Grosske, eso es tanto como volver a desenterrar el hacha de guerra. Y no menos movida es la situación interna del PP, en plena batalla por Palma y con órdago del alcalde de Calvià y de su delfín en marcha.

Con todos estos antecedentes, no es extraño que la sociedad balear esté en un estado de profundo desánimo. Sin gobierno y sin oposición, el panorama político no puede ser más desolador. Los presupuestos han tenido que confeccionarse a la baja. Habrá que optimizar los recursos, tratar de paliar el problema del paro y reconducir la economía. ¿Hacia dónde? El pacto de Estado es urgente y debería extenderse a todos los partidos, pero como mínimo a quienes puedan garantizar la estabilidad política y permitir llegar a 2011 sin tener que adelantar las elecciones. En este sentido –si el Pacte no soluciona sus querellas internas– no sería descabellado pensar en un gobierno del PSOE, en solitario, con apoyos puntuales que eviten un desgaste político que está perjudicando a todos los partidos sin distinción.