n En plena canícula uno tiende a juzgar las ofertas culturales con suspicacia, y parece apropiado suponer que no está el horno -por lo del calor- para bollos ni empanadas mentales. Sin embargo, para empanadas las de los recientes congresos políticos, que si corbatas, que si las lenguas? Y todo ello recién salidos de la vara que nos dieron con La Roja y el señor Aragonés que en playa esté, así que, con todo y ser julio, al César lo suyo aunque en el caso que sigue se trate más bien de triunvirato.

La Consellería de Turismo, a través de INESTUR (Instituto de Estrategia Turística), promociona el turismo cultural, lo cual de por sí ya es noticia en estos pagos. Pero es que, además, los itinerarios culturales a que voy a referirme, gestionados por la empresa Divulgalia SL, son todo un placer. Ignoro de quién fue la iniciativa, pero mis parabienes a la Consellería por la parte que le toque, unas palmadas a INESTUR -organismo que hace unos meses pareció que iba a ser absorbido por Cidtur-; un voto por su continuidad en esa línea y por último, pero no menos calurosa (no podría ser de otro modo dada la estación), mi felicitación a Divulgalia, empresa muy joven según he leído, por su buen hacer.

Entre la media docena de itinerarios que se ofertan (Palma Monumental, el Barrio Judío, El Modernismo en Palma?) en horarios de mañana o tarde y varios idiomas, elegimos el titulado Historias y Leyendas. Un paseo de dos horas al oscurecer, con una guía entusiasta y, en mi pobre opinión dado que las leyendas de ésta mi patria de adulto no son mi fuerte, bien preparada. El encanto no surgía tan sólo del contar a pie de escenario, sino que fue la resultante de aquel deambular cuajado de información junto al descubrimiento de nuevos sentidos, nuevos porqués y las hasta entonces ocultas asociaciones que desvelaba cada parada. Ya les he confesado que en mi caso, desde el Drac de na Coca que según nos dijo se conserva hoy en el Museo Episcopal -siendo el cocodrilo un testigo viviente de la prehistoria, parece lugar adecuado- hasta el Comte Mal, resulta fácil embobarme con relatos en su mayoría mal conocidos hasta aquel día, pero incluso mi cuñado, experto en Mallorca y sus raíces, parecía todo oídos y disfrutó del recorrido.

Desde Cort y su banco del sinofos, por la calle Cadena a la Plaza Santa Eulalia y una sentencia, en la que nunca reparé antes, sobre el edificio aledaño: "Todas las horas hieren, la última mata". Luego, calle d´en Morey, Ca´n Ordines, su antiguo propietario endemoniado y al poco Ca´n Vivot y, en latín, la síntesis de un braguetazo como legado a la posteridad: "Cásate y calla: el silencio te proporcionará joyas". Es lo que recomendaron a Berenguer Vivot, casado ventajosamente con Joana de Santjoan, rica heredera, las dos mujeres esculpidas en piedra junto al dintel de un portal y que mantienen ambas un dedo sobre los labios. Algunos curiosos, por las inmediaciones, se detenían unos instantes para escuchar a Maite, la cicerone. Extranjeros que desconocen el castellano -supuse-, porque en otro caso se habrían sumado a unas remembranzas a veces pícaras, otras irónicas o trágicas.

Calle de La Puresa, el Convento de las clarisas y el intento frustrado de robar el anillo a una difunta; La Portella y Dalt Murada, pero es en Sant Pere Nolasc nº 7 donde la tradición se tiñe de dramatismo y contextualiza la frase que aún ahora se emplea: "Y què en som jo de la mort d´en Berga?". Para quienes no conozcan su procedencia, quizá sólo una minoría entre ustedes, sepan que el 24 de mayo de 1619, Jaume Joan Berga, oidor de la Audiencia y afamado juez, fue asesinado a tiros de arcabuz frente a su casa, en el marco de una larga contienda entre Canamunts (nobles, clérigos?) y Canavalls (el pueblo llano). Se investigó a centenares de ciudadanos -de ahí la frase- y finalmente se detuvo a los dos autores ya que el instigador, un sacerdote, huyó a Italia para salvar el pellejo. Jeroni de la Cavallería, de alta cuna, fue decapitado sin más, mientras que Antoni Gibert, apodado Treufoc y sin alcurnia ni posibles, fue sometido a tortura, despellejado, arrastrado por un caballo al lugar del crimen donde le fue cortada mano y oreja derechas y, finalmente, ajusticiado lo que quedaba de él.

Aunque de las leyendas se extraen a menudo lecturas morales (en este caso, que el hábito no hace al monje o que la justicia no es igual para todos y en estos meses hemos tenido pruebas sobradas), el paseo que comento no fue lección sino goce, lo cual, en pleno verano, se agradece más. Encima, y con la crisis, por 10 euros un viaje al pasado sin salir de casa como quien dice. Si el resto de los itinerarios ofertados siguen en la misma tónica, estamos de suerte.