El Congreso Mundial del Petróleo que se celebra en Madrid ha dejado la pregunta sin responder del todo: ¿a qué se debe el alza imparable del precio del petróleo? ¿A la especulación o a la escasez? Evidentemente, a ambos factores: el petróleo es escaso y los grandes consumidores emergentes, que temen la escasez y que además disfrutan de un gran superávit comercial -China es el paradigma- están comprando opciones de futuro a cualquier precio.

Frente a ello, el actual mercado no ofrece respuestas. Las compañías petrolíferas, que se hacen de oro con la actual situación, no realizan apenas prospecciones, fuente de nuevas explotaciones, y se advierte un inexplicable desinterés de los países desarrollados por buscar fuentes alternativas...

Así las cosas, no parece irreal reclamar más intervención de la comunidad internacional para frenar abusos; exigir una reforma de los mercados de futuros; implicar a los Estados en la puesta en producción de nuevos yacimientos; y realizar grandes inversiones en energías alternativas, incluida la nuclear, que enfriarían la demanda de crudo y facilitarían grandemente la lucha contra el cambio climático.