n Hoy está de moda referirse a la "desafección" de los ciudadanos hacia la política. Dicho en palabras llanas: un aumento del pasotismo de la ciudadanía hacia las instituciones políticas de representación democrática, y viceversa. Las manifestaciones de tal actitud son diversas y variopintas: desde el aumento de la abstención en los distintos procesos electorales, hasta un desprestigio creciente hacia la denominada "clase política". Faltan menos de tres meses para las elecciones generales, y los diversos partidos ya están inmersos en el proceso de elección de candidatos a diputados y senadores. Mucho me temo que tal como se configura el proceso, una vez más va a aumentar la desafección de los ciudadanos, incluyendo la de los propios militantes.

¿Cómo se eligen los susodichos candidatos, y con qué criterios? En pura teoría deberían ser elegidos por los militantes de cada organización política, aún aceptando que la última palabra la tenga la dirección. En algunos partidos se inauguró la práctica de "elecciones primarias", que ya ha caído en desuso sin conocer exactamente los motivos. Ahora se convocan distintas asambleas de militantes para que propongan (¿elijan?) candidatos. Pero, mira por donde, los militantes antes de celebrar la correspondiente Asamblea ya conocen, por los medios de comunicación, exacta y "oficialmente" los candidatos elegidos no se sabe muy bien por qué mecanismos. En cualquier caso, siempre les queda la opción democrática (¿) de ratificar y de adherirse a la elección realizada por los "aparatos". Tal práctica no es precisamente un modelo de actuación democrática. Pero, además, consigue una desafección de sus militantes que puede tener graves consecuencias en la campaña electoral.

Pero, ¿con qué criterios se han elegido tales o cuales candidatos? Al menos en teoría, aunque se traten de elecciones generales al Congreso y Senado de España, se supone que los candidatos deberían ser personas que aportaran un cierto "valor añadido" a su equivalente candidato a la Presidencia del Gobierno de España. Es cierto que las siglas, especialmente de los dos partidos mayoritarios, ya implican de salida una importante fidelidad de voto decidido (en nuestra Comunidad fidelidad mucho más elevada entre los votantes populares que entre los socialistas); también es cierto que la cabeza de cartel (básicamente Rajoy y Zapatero) pueden significar un sumar o un restar entre los electores. Pero también es muy probable que la relevancia de los líderes nacionales será menor en las ya próximas elecciones que en el 14-M del 2004. Por otra parte, en comunidades pequeñas como la nuestra un escaño puede depender de escasos votos. Precisamente este "plus" es el que deberían aportar los distintos candidatos en Balears.

Mucho me temo que, visto lo que se ve, los criterios de elección son otros. Por experiencia propia o ajena, quien más quien menos, conoce el poder fáctico que representan los "aparatos" internos de los partidos. Dichos poderes se ponen en práctica únicamente en clave interna. Dicho en castellano paladino: la elección de candidatos se realiza en clave de lucha política (¿) interna para ver quién controla el partido y sus distintas organizaciones. En consecuencia, los candidatos se seleccionan entre las distintas "familias", en función de los próximos congresos internos de los partidos donde se elegirán (¿) los cargos de dirección partidaria. El criterio político de los intereses de los militantes y de los ciudadanos suele brillar por su ausencia; a lo más es de interés secundario. De nuevo, "lo urgente prima sobre lo importante".

Inmersos en esté alambicado proceso de selección y elección de candidatos, ¿Cuál va a ser la reacción de los electores, no sólo de los militantes, el próximo mes de marzo? A buen entendedor, pocas palabras.