Lo de Miquel Nadal es una presidencia digamos pírrica, un rollito con mucha salsa agridulce, un sí pero menos, un ja vorem en cualquier caso. De entrada, y para hacer boca, una candidatura de consenso y teóricamente de antemano pactada, que sin embargo a la hora del recuento registró el voto en blanco de una cuarta parte de los compromisarios. Convengamos, a mayor abundancia, que los liderazgos carismáticos y fuertemente personalistas quieras que no, no se lo ponen fácil ni cómodo a quien le vaya a suceder. En democracia, como que también. Decía Ríos Rosas que "cuando un puesto está ocupado por un tonto todo el mundo cree que es sede vacante", cosa que no es ni remotamente aplicable a la controvertida Maria Antònia Munar, la costitxera atómica, "prototipo" de quintaesencia política profesional. Prototipo que no "ideal", valga -muy especialmente en este caso- la diferencia orteguiana entre ambos conceptos.

El sucesor tiene una capacidad de trabajo y una tenacidad rayantes en la compulsión y no vayan ustedes a creer, puede que haya algo de colmillo retorcido en los entresijos de una personalidad bastante más compleja de lo que aparenta. Su estrecha compenetración con la jefa no estaba basada en la diferencia, ni siquiera en el matiz, sino en la similitud, en la concordancia de objetivos y procedimientos. Por cierto que durante toda una legislatura se dio la rarísima, la insólita figura de una vicepresidencia "no ejecutiva" del Consell, creada a la medida de don Miquel Nadal. ¿Hay algún otro gobierno con un vicepresidente "no ejecutivo" en España y el resto del mundo mundial? Respuesta no, salvo prueba en contrario. Todo el mundo sabía, por supuesto, que ejecutivo o no ejecutivo, el vicepresidente Nadal era la mano derecha de la presidenta de Mallorca, pero el susodicho "invento" le "permitía" a Nadal percibir su nada despreciable nómina institucional, "compatible" con tener abierto un despacho o consultorio de abogado.

Ahora la película es otra y para el partido bisagra por excelencia, es llegada la hora de las decisiones colegiadas, léase una ejecutiva por cierto ampliada de 11 a 15 miembros, entre los cuales, la cabeza visible, el president Nadal, es solo el primus inter pares. Y también hay que contar con un consejo político, ampliado de 45 a 70 miembros, y encima la alargada sombra de una Presidenta de Honor que nadie cree en el fondo que vaya a resignarse a hacer de histórico florero. Se avecinan momentos complicados, no tanto para el presidente, que también, sino para el propio partido autodenominado nacionalista de centro. No habría mayores dificultades ni zozobras si estuviéramos ante una formación de idealistas, con vocación, en aras de una meta de bien común firmemente creída y compartida. Si éste es el caso, que cuenten incluso como mi errático voto llegado el momento, y no digo que incluso la militancia, porque todo eso me pilla ya como de bastante mayor. Mientras, algún lector -si lo hubiere- podría pensar que es que estoy haciendo humor negro, no sé.

Es su vibrante discurso debutante, allá en "Es Fogueró" (ja ho val), un exultante Miquel Nadal propuso "retornar a los principios y a las convicciones" (comentario de mi tía Práxedes: "Si dijo "retornar" ¿hay que suponer que es que se les han ido perdiendo por el camino?"). También hizo un guiño a los inmigrantes, en castellano por más hacer... olvidando -flaca es la memoria en ocasiones- que en su candidatura Cort hizo una campaña xenófoba sin precedentes entre nosotros. Finalmente, y lo que resultó penoso y desairado por el buen callar que tenía, fue su anuncio de que "defendería" "a todos los militantes de UM que sean perseguidos por motivo de su militancia, en este camino que se ha iniciado de judicializar la vida política". Si, hombre, por ejemplo Son Oms, Can Domenge, las subvenciones, Vicens Morales, Dolça Mulet...

Suerte president Nadal, por usted, por UM y por Mallorca. En ello está, en ello estamos.