Permítanme un breve paseo por el jardín de la política-ficción, habida cuenta que la real y "verité" es mayormente un infumable erial poblado de sabandijas, cardos y plantas carnívoras. Les cuento pues, que anoche tuve un sueño y en ese sueño aparecían Matas y Antich en el palco presidencial del circo romano, inclinando al unísono sus respectivos pulgares hacia abajo en señal de soltarle los leones a María Antonia Munar. Previamente habían juramentado ante los padres conscriptos del senado gobernar juntos el imperio. Bueno, al despertar no recuerdo bien si en realidad en vez de romanos iban de Cortefiel y a la susodicha en vez de servir de merienda a los leones sencillamente la mandaban a on no hi plou. O sea al desierto político, que puede que todavía sea peor y más definitivo. Lástima, solo era un sueño y los sueños, como diría Jardiel Poncela, "nunca se realizan, sólo se roncan".

Lástima, ya que lejos de ser una idea "descabellada", un pacto de gobernabilidad entre las dos formaciones abrumadoramente votadas por la ciudadanía balear sería perfectamente posible, además de justo y hasta puede que también conveniente. En tiempos de crepúsculo de las ideologías, derecha e izquierda ya solo se diferencian por los programas, y ello no siempre, o al menos de manera clara y contrastada. Y en política de pactos y coaliciones, nada tan "negociable" e incluso "elástico" que los programas. Sin olvidar que en cualquier caso ya el decimonónico Cánovas sostenía que "no hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni las habrá jamás". A fecha junio de 2007 sigue teniendo toda la razón. ¿Extraños compañeros de viaje -o de cama, qué más da- PP y PSOE? En Navarra de momento ya están por la labor. La cosa está en que incluso si Rajoy no se desdijera de insultos e invectivas, Zapatero no lo vería "imposible". Difícil sí, pero no imposible.

Un pacto Matas-Antich convertiría en "útiles" casi el 90 por 100 de los votos de esa comunidad autónoma y eso sería por lo menos medianamente reconfortante. Un pacto, sin "rehenes" por supuesto, es incluso más deseable que una de esas mayoritarias absolutas que tarde o temprano, más pronto que tarde, degeneran en prepotencia y no poca arbitrariedad. Mientras que en una coalición casi entre iguales, cual es el caso, por lógica originaría que el uno por el otro se vigilaran y lo que es más importante, se moderaran. Y no es nada imposible, sino todo lo contrario, que en cada parcela de poder asignada en el reparto, procurasen el mejor beneplácito ¿por qué no? comparativamente hablando. Un PP compartiendo gobierno y gestión con el PSOE no sería ni por los forros tan... "todo eso que ha venido siendo hasta ahora", digamos por abreviar y no repetir hasta la saciedad. A la inversa, el desarrollismo y el liberalismo económico de la derecha podría corregir ímpetus y bisoñeces y tics de una izquierda siempre bordeando el fantasma de la recesión, fenómeno obviamente no deseable por nadie. Permítanme decirlo en palabras del político francés Guy Mollet: "La coalición es el arte de llevar el zapato de la derecha en el pie izquierdo sin que salgan callos".

Pueden apostar uno contra cien, o contra mil a que al final de la legislatura, los dos socios, ya separados, en sus respectivas campañas electorales no se arrojarían el uno contra el otro la mierda -con perdón- que se han arrojado mútuamente PP y UM a la cara. Con un corpúsculo arribista y logrero se puede pactar bajo cuerda cualquier cosa, o cuando menos hacer la vista "gorda" dejando hacer. Con un partido histórico y mayoritario sería extremadamente complicado. Anoche soñé, me cachis, que se enviada por fin a la "bisagra" al chatarrero. ¡Ea, se acabó lo que se daba! El parásito que venía viviendo y engordando, sobre todo engordando, de los votos ajenos, esa losa endémica sobre los comicios balears, desaparecería por fuga en tropel de personal. No es que se lo desee, qué va, solo que la política-ficción tiene esas cosas.