De nuevo contra la opinión del sector más duro del Partido Popular, Josep Piqué ha vuelto a reclamar cordura en relación al proyecto de Estatut catalán: frente a quienes presionan sobre Rajoy para que se inhiba de la tramitación de la propuesta estatutaria con el fin de no legitimarla, el presidente del PP de Cataluña reclama una "participación muy activa" en el proceso negociador.

Esta nueva heterodoxia del inteligente político catalán ha provocado ya terremotos en el seno del aparato popular, pero esto no es relevante: lo trascendente es que, si se abandonan los intereses de partido y se mira realmente el interés de Estado, se verá de inmediato que en esta hora es muy necesaria la cooperación PP-PSOE en el respaldo de la única posición concebible en las fuerzas estatales frente a la desmesura de la reclamación nacionalista: la defensa firme y tranquila de la Constitución.

Es probable que el PP obtuviese la mayor rentabilidad en términos electorales abandonando a su suerte al PSOE y absteniéndose de intervenir en la dura negociación parlamentaria que se avecina, aun a costa de permitir que salga adelante un Estatut falto de apoyo y por lo tanto precario e inestable.