n El presidente colombiano Uribe, presente en la cumbre iberoamericana de Salamanca, declaró antes de iniciar el largo viaje de su país a España que asiste a ella de mala gana y "porque le toca". A su juicio, "tantas cumbres se vuelven detestables" puesto que se convierten en una especie de "turismo presidencial". "Quiero protestar por tanta cumbre -añadió-. Es grave estar viajando por el mundo cuando hay tantos problemas por resolver en el país". Latinoamérica padece, en efecto, un exceso de ´cumbrismo´, por los diversos esfuerzos integradores en los ámbitos más diversos y consecuencia de que sólo las cumbres presidenciales son verdaderamente resolutivas. Y es muy humano el lamento de Uribe, harto de perder el tiempo en retóricas vacuas y en divagaciones insípidas que las más de las veces no colman necesidad alguna.

Aunque no puede negarse el valor de los encuentros personales en el terreno diplomático, quizá no tenga demasiado sentido promover grandes encuentros para asuntos más o menos banales cuando la tecnología brinda cada vez más posibilidades para establecer vínculos de todo tipo sin necesidad de que la reunión tenga lugar físicamente. Quizá el problema que plantea Uribe se resuelva pronto gracias a las reuniones virtuales, tan útiles como baratas en tiempo y en dinero.