Las dudas sobre el futuro -tras el discurso del president sobre el estado de la autonomía- permanecieron abiertas anoche, tras el debate con los grupos parlamentarios. En realidad, más que un debate fue un ajuste de cuentas entre quien representa la opción política que más tiempo ha gobernado las islas en las últimas décadas -el Partido Popular- y quienes lo hicieron en el paréntesis de cuatro años que supuso el Pacte de Progrés. Fue, pues, el debate que podía esperarse para una investidura tras un cambio de mayoría, pero no cuando ya han trascurrido dos años y medio desde la toma de posesión y se ha pasado el ecuador de la legislatura. En este sentido, la de ayer fue una sesión parlamentaria frustrante que no permite ser optimistas respecto a los pactos sobre turismo o sobre el estatuto de autonomía propuestos por Matas.

Y no obstante, en la intervención de todos los portavoces parlamentarios hubo un denominador común: la necesidad de reformar el modelo turístico para hacer frente a los acelerados cambios del mercado y la reforma del estatuto de autonomía para, entre otras cosas, lograr una mejor y más justa financiación para Balears. Es decir, hay acuerdo sobre la necesidad de los pactos propuestos por el president, pero también serias dudas sobre sus posibilidades. De hecho Matas siguió sin precisar los términos sobre los que plantear dichos acuerdos. A partir de ahí, pues, el debate quedó enrocado, en una discusión sobre lo mal o bien que lo hizo el Pacte de Progrés y lo bien o mal que lo está haciendo el PP.

Un Partido Popular que se quedó solo, con el único apoyo -aunque crítico- de Unió Mallorquina. Maria Antònia Munar le recordó al president que las relaciones entre su partido y el PP siempre han sido difíciles y que "cada legislatura ha tenido su tránsfuga" en clara alusión al conflicto de Calvià que a punto estuvo de romper el pacto de gobierno entre los dos partidos. Un tema, el del transfuguismo, que también destacaron el resto de partidos, desde un Miquel Ramón que se estrenó al frente de EU-Els Verds, a una enérgica Francina Armengol que plantó cara a un Matas más acostumbrado a este tipo de debates, pasando por un ingenioso Pere Sampol que no desaprovechó la ocasión para criticar también al PSOE en el tema de la financiación autonómica.

Ahí quedó el debate sobre el estado de la autonomía. A la espera del debate sobre el estado del turismo que nunca acaba de llegar, aunque todos lo reclamen: Matas fuera de la Cámara pero con los agentes sociales. Armengol con éstos pero también en el Parlament. Con dos visiones radicalmente diferentes sobre la realidad de las islas. Matas insistió en que las islas salen de un túnel sin que se sepa muy bien cuando se introdujeron en él, si hace cuatro años o con los gobiernos anteriores del PP. En cualquier caso lo que quedó claro es que en Balears no todo es color de rosa. Hay problemas sociales de fondo y un horizonte económico plagado de dudas. Armengol le recordó a Matas que los grandes empresarios hoteleros están desinvirtiendo en las islas y Sampol que demasiadas familias no llegan a final de mes. Y todo ello con un Govern que se ha endeudado hasta las cejas para "poblar" el territorio de autopistas. Una deuda que pagarán las futuras generaciones.

Fue, quizás, la única certeza sobre el futuro. La obligación de pagar una deuda que será insoportable si no se consigue mejorar la financiación pública y consensuar un proyecto de país que sea aceptable por una amplia mayoría. Desgraciadamente el debate de ayer se quedó en lo que hemos dicho, un ajuste de cuentas político con el pasado.