El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el de la Generalitat, Pasqual Maragall, se reúnen hoy en La Moncloa, presumiblemente para diseñar la estrategia del Gobierno y del Grupo Parlamentario Socialista en la tramitación del Estatut catalán. Es una reunión con muchas más presencias soterradas que ya se han pronunciado.

En primer lugar, las voces discrepantes con Pasqual Maragall, que están bien instaladas en el PSOE en unas posiciones firmes y alineadas con el actual texto de la Constitución Española. Es el caso de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de Manuel Chaves o de José Bono, por sólo citar a los ´barones´ más destacados en la crítica al proceso de reforma del Estatut catalán, pero con amplias ramificaciones en las bases socialistas.

En La Moncloa estarán también presentes los ecos de las palabras del Rey de España, que hizo suyas, de una forma básicamente inoportuna, el jefe del Estado Mayor del Ejército, rompiendo una tradición, que ya se estaba instalando, en la que los jefes militares no se pronunciaban sobre cuestiones políticas.

El presidente del Gobierno ha decidido asumir un riesgo importante en un asunto en el que difícilmente pueden salir complacidas todas las partes. El texto del Estatut, en su redacción actual, tiene varios artículos con muchas probabilidades de ser declarados inconstitucionales y, por lo tanto, inviables en nuestro Estado de Derecho. Pero, además, la redacción del texto propuesto promoverá grandes facilidades para que el debate necesario para la reforma de los estatutos de autonomía y el dibujo resultante de una España definitiva pueda estar crispado por una utilización oportunista de la forma en la que se está llevando a cabo el proceso.

Arremeter las reformas de los estatutos de autonomía, y en primer lugar de los más ´emblemáticos´ como son los de Cataluña y Euskadi, sin un consenso con el partido de la oposición conlleva el riesgo de una confrontación dialéctica, difícilmente controlable, entre las distintas sensibilidades repartidas por el territorio nacional, en cuanto a la concepción de España. Es el momento en que el presidente del Gobierno tiene que demostrar que sabe lo que está haciendo.