La embajada de Israel en Madrid se ha irritado porque un ilustre dibujante de un gran rotativo español ha comparado en una viñeta el muro del gueto de Varsovia con el muro que el Estado de Israel está construyendo para aislar a los palestinos. Y ha considerado el símil una clara agresión antisionista.

Con todo el respeto que merecen las víctimas del Holocausto, el mayor genocidio de la historia, y el pueblo judío, yo comparto absolutamente la comparación que ha hecho Máximo -que es el dibujante en cuestión- con la evidente intención de criticar la inicua iniciativa arquitectónica del gobierno de Ariel Sharon.

Porque no se lesiona la memoria de las víctimas del Holocausto si se afirma que todos los muros son iguales; que quien, para resolver un conflicto, construye un muro en lugar de abrir todos los diálogos lleva en su interior un alma autoritaria. Es más: precisamente por haber sido objeto de aquella macabra persecución, el pueblo judío debería ser especialmente sensible con respecto a los derechos humanos de quienes, con la misma legitimidad que él, le disputan dramáticamente el simple derecho a la existencia.