Mallorca no puede, piensan algunos, perder cuota de mercado. Ello requiere diversificar la oferta turística y segmentar su promoción. En este contexto se incrusta naturalmente el tema a debate de máxima actualidad: el todo incluido. De hecho todo ello ya forma parte explicita de nuestro acontecer turístico actual.

El todo incluido, por su parte, no nació, como creen muchos, en el Caribe sino que se gestó según todos los indicios en París, en el seno del Club Mediterranée, en el umbral de los años cincuenta y su primer eslabón fue el Club de Porto Petro en Mallorca.

Para el Club Mediterranée se trataba de encontrar un lugar idílico, directamente sobre la playa, vallarlo, haciéndolo inaccesible para los nativos del lugar, tanto por mar como por tierra, ofreciendo en el interior del recinto todos los servicios incluidos de índole gastronómica, cultural y deportiva, con instalaciones vanguardistas y medios sofisticados para el disfrute de una clientela de poder adquisitivo considerable, conceptuada como liberada, con la presencia de azafatos/as, generalmente estudiantes universitarios, para el desarrollo de las actividades lúdicas, tanto musicales (música clásica en particular) como literarias (especialmente teatrales) así como deportivas, en un contexto insólito y deliberadamente sensual. La cocina, muy refinada, y un tanto exótica, diseñada por chefs franceses con arte para el placer de los numerosos gourmets, estaba siempre presente en el club. El dinero no existía en el interior del recinto, pero se podían comprar collares de perlas de distintos colores para la adquisición de servicios extras o excursiones fuera del club.

La fórmula tuvo un enorme éxito y se inauguraron clubes en muchos países de diversos continentes, lo que provocó una creciente necesidad de financiación que los promotores no pudieron asumir, pasando el control de la sociedad a manos de unos bancos poco expertos en estas lides y que no supieron adecuar ni sus tiempos ni sus modalidades a la tiranía de la globalización. Y así surgieron después multinacionales de diversos países. Tal vez las más agresivas, y probablemente las más sofisticadas, fueron las multinacionales españolas, que internacionalizaron la clientela y adaptaron sus actividades a la multiplicidad de gustos y costumbres no sólo del país visitado sino también de los visitantes. Actualmente nadie o casi nadie discute el éxito de esta fórmula en los lugares exóticos del llamado tercer mundo.

El problema surge cuando la formulación de este tipo de actividad se plantea en países occidentales y en este caso en Mallorca (de donde procede como sabemos el primer club).

Según algunos, esta fórmula sólo debería aplicarse en Mallorca en hoteles y en lugares de gran extensión y en construcciones horizontales y de gran calidad.

Sucede, sin embargo, que no toda la clientela que demanda el todo incluido dispone de un presupuesto holgado. Parejas con dos hijos, por ejemplo, quieren saber cuánto van a gastar para sus vacaciones. Quieren un presupuesto cerrado, sin sorpresas.

Para esta clientela no sólo la oferta complementaria es cara sino que consideran que también los precios de los servicios extras de los hoteles se han encarecido más allá de lo esperado por muchos y como nadie quiere hacer ostentación de ascetismo, pero todos quieren saber a qué atenerse, no atenderles no parece estar entre los objetivos de muchos hoteleros, pues observan como con el todo incluido han salvado la temporada.

Y así, y como no podemos diferir en demasiadas cosas a la vez, muchos creen que la aplicación de esta fórmula a cualquier tipo de hotel, en una proporción desmesurada, puede comportar algunas objeciones importantes. Relativiza la calidad medio ambiental y sociológica de la isla, al decir de unos, y dificulta la supervivencia de algunos restaurantes poco asentados en una calidad contrastada, al pensar de otros, pero, al creer de muchos, la realidad turística mallorquina actual está ya asentada en una diversidad irreversible en la que nadie puede ya vivir a la sombra del vecino. O sea que el todo incluido formará parte importante de la diversidad creciente de la oferta turística mallorquina. Encauzarlo adecuadamente sería un logro importante.

Fernando Perelló es presidente del Cercle Financer de Balears.