No puedo demostrarlo, pero me persigue un paraguas negro. Cuando vuelvo la cabeza, desaparece. De joven, jamás usé paraguas, porque me parecía humillante. Los reyes tampoco lo usan. Cuando llueve, alguien se encarga de sostenerlo sobre sus cabezas. Sólo usa paraguas la gente normal, la clase media, pero también las personas que han aceptado sus limitaciones y saben que si se mojan se constipan y que, si se constipan, están tres o cuatro días hechas polvo. Estas personas son también las que los pierden. No sólo eso: saben, cuando lo toman al salir de casa, que lo olvidarán en el asiento del taxi, en el paragüero del dentista, en la barra del barÉ Pese a ello, no se sabe de nadie que haya encontrado un paraguas. Yo he perdido decenas de ellos desde que dejé de ser joven y acepté que tengo esta limitación de mojarme cuando llueve. Por más propósitos que haga, los extravío en uno u otro momento del día. Lo lógico es que alguien encontrara los que yo pierdo, incluso que yo mismo hubiera encontrado alguno de los que los demás se dejan por ahí. Debería haber una rotación entre los perdedores de paraguas, de manera que, por cada dos que perdiéramos, encontráramos al menos uno. Pero no es así. He hecho una breve encuesta entre conocidos que han perdido tantos paraguas como yo y ninguno de ellos ha tenido la alegría de encontrar uno solo a lo largo de su vida. ¿No será que los paraguas perdidos se esfuman, una vez abandonados por sus dueños, como los murciélagos en la oscuridad? Después de todo, el paraguas tiene algo de pájaro de mal agüero.

Los jóvenes y adolescentes llevan razón en negarse a salir de casa con paraguas. No sólo es humillante, es siniestro. El inventor de ese curioso trasto, lleno de varillas que parecen cartílagos, tuvo que ser un sujeto patibulario. Y aunque la coartada del invento es que si te lo pones no te mojas, el fin verdadero debió ser otro que no nos podemos ni imaginar. No puedo demostrarlo, pero me persigue un paraguas negro desde hace un par de días. Cuando vuelvo la cabeza, por rápido que lo haga, desaparece.