Como la alegría,según es sabido, dura muy poco en casa del pobre, las caras de felicidad de la fotografía a manteles del Govern con los sindicalistas y empresarios -la que adornó la noticia de que aquí todo va de maravilla- ha dado paso muy pronto a las quejas ante tanta alegría simulada. Primero fueron los sindicatos los que salieron al paso ayer utilizando esa figura tan hermosa de la matización, Crisis no hay, que seguimos creciendo, pero sí que asoman las señales de alerta. Como la que generan los críos cuando no tienen todavía fiebre pero se arrastran, mustios, sin ganas de jugar.

Las protestas sindicales suelen ser bastante comunes, así que la cosa, limitada a sus quejas, no habría ido a más. Pero hoy son los empresarios los que ponen el grito en el cielo ante la operación de lavado de cara -o, mejor dicho, de ánimo- que emprendió el Govern con la connivencia de los representantes de la patronal. Es a éstos a quienes se dirigen las reclamaciones por su tibieza al ocultar los malestares que se están produciendo en el comercio y no digamos ya en la hostelería.Entre tanto manifiesto y contramanifiesto los ciudadanos que quieren hacerse con una opinión definida acerca de lo que nos sucede deben andar como el gallego del chiste al que le regalaron un reloj que unos veían de oro y otros, no. Al preguntarle un amigo si era bueno contestó que va en días. A la amenaza, ya que no se le quiere llamar crisis (todavía), le sucede lo mismo. Para unos es puro bulo; para los otros, algo muy preocupante. Pero da la impresión de que tampoco sería tan difícil aportar cifras de las ventas, por ejemplo, en los grandes almacenes y los colmados pequeños que indiquen dónde estamos. Más que nada por saber si el reloj es de platino o de hojalata.De poco consuelo es el que la situación de descenso importante en el negocio turístico la estén padeciendo todos los destinos y no sólo Mallorca. El Mediterráneo español, de Gerona a Málaga, anda en parecidos lamentos. Y por lo que hace a los canarios, ya han lanzado el grito de advertencia acerca de la llegada del lobo; sospechan que los veraneantes se van al Caribe a un coste todavía menor.El verdadero problema es ése, que hoy día existen multitud de destinos menos masificados, más baratos y mejor conservados donde, además, cabe encontrar las mismas cadenas hoteleras que hicieron su fortuna en Mallorca. Reclamar patriotismo a los grandes empresarios sería ridículo: sus fines son ganar dinero y se acabó. Pero quienes no disponen de negocios que mueven millones de euros, es decir, la inmensa mayoría de quienes vivimos en esta isla, no podemos ajustarnos al mismo código. Lo que vaya a suceder en los próximos años nos afectará de lleno y sin posibilidad alguna de trasladar nuestros intereses al norte de África, el Caribe o la antigua Yugoslavia.La crisis de verdad, las que nodependen de un susto momentáneo, suelen aparecer poco a poco. Cabe detectarlas cuando hay tiempo todavía para reaccionar y cabe también echarse a dormir la siesta en espera de que se le ocurra algún remedio a Dios padre. Yo no sé si lo que nos pasa merece ya recibir el nombre de crisis o habrá que hacerlo de aquí a unos meses. Me limito a preguntarme si es postura más sensata la de ampararse en unas estimaciones de crecimiento todavía al alza o la de llevar el reloj a un joyero para que nos diga qué tenemos, si oro o ganga, en las manos.