En plena sesión de afeitado en seco de sus líderes -o de ejecución sumaria- ha sido providencial para todos los grupúsculos que conformaban el antiguo pacto de progreso que se haya cumplido un año del gobierno que preside Jaume Matas. Y ha sido providencial porque las navajas y las armas, después de las luchas habidas los últimos meses, han cambiado de objetivo y han confluido en un destinatario común: Matas y el PP. Necesitan un adversario común para sentirse unidos. Añorando viejos tiempos y viejos lemas, saben que "contra Matas, vivíamos mejor". Y que esta aversión demostrada en su lema de "todos contra el PP" ha sido el único factor de cohesión a lo largo de cuatro años de gobierno, yermo absoluto en realizaciones, y de un año de oposición, dedicado casi íntegramente al ajuste de cuentas.

Como los indios americanos, cuando han oído el alarido de guerra, mano en boca, han dejado sus peleas internas y se han lanzado en tromba contra el objetivo común. No importa si es Custer o es Matas. Ni si son los federales o los populares. Lo importante es encontrar un motivo común, un enemigo exterior, para que cherokees, navajos y siouxs olviden sus viejas peleas por dominar en exclusiva el territorio de la reserva de la izquierda, que algunos reclaman en exclusiva haciendo una llamada al voto útil. Por eso, un primer dato a apuntar en el "haber": el cumplir el primer año ha servido para que la oposición -ineficaz, indolente y desunida- se despierte de su letargo y para que, espoleado por la oposición, el PP no se duerma en sus laureles.

Si queremos hacer un balance comparativo de un año del gobierno popular con los cuatro años del pacto, la tarea es fácil. Lo resumiré en una frase: De un programa basado exclusivamente en el "farem, farem", se ha pasado a un resolutivo "tot d'una". Esta ha sido el grito del timonel o maestro de remeros: coordinación, esfuerzo y soluciones rápidas. No haré un resumen de todas las actuaciones porque sólo su enumeración sería larga y farragosa. Pero sí que destacaré un par de hechos positivos: La confianza social y la modernización de las infraestructuras.

Creo que nadie pone en duda -ni los propios artífices del desastre anterior- que tras la crispación en que estaba instalada nuestra sociedad, se ha dado un vuelco en la recuperación de la confianza de los sectores económicos y sociales. La derogación de la ecotasa y la sustitución por otras fórmulas menos agresivas ha significado un sentido del equilibrio, de la justicia y de la moderación.La otra gran realización tiene que ver con la dotación de infraestructuras modernas. Pero además de ser un hecho que tiene un valor intrínseco para preparar las Balears del futuro, tiene un enorme significado en cuanto al protagonismo que ejerce el gobierno desde una concepción liberal de la economía y de la sociedad. Las instituciones han de poner infraestructuras pero ha de ser la sociedad la auténtica protagonista en la creación de riqueza. El Govern contribuye al bien común con unos cimientos firmes pero son los ciudadanos los que, sobre ellos, ponen en marcha sus iniciativas, sus negocios, sus empresas que son las que van a dar trabajo, riqueza, seguridad y calidad de vida. No nos engañemos: Pretender, desde el gobierno, intervenir excesivamente en la producción de bienes y servicios ya fue experimentado en los regímenes socialistas y marxistas. Y así les fue. Pero algunos parece que no han entendido la lección que nos dejó la historia reciente.

Por esta razón, toda la sociedad debe alentar un plan de infraestructuras, integrado en el medio ambiente y respetuoso con él hasta el máximo grado posible. Un plan realista, que ha calibrado las necesidades reales de nuestra sociedad y ha valorado la necesidad de rapidez en la ejecución. Agua suficiente, carreteras a escala de las necesidades, transportes modernos para evitar los atascos y el caos, infraestructuras sanitarias que garanticen una atención de calidad en el futuro, escuelas, centros sociales y de tercera edad para prestar una adecuada atención social a los más necesitados, búsqueda de soluciones a la carestía de la viviendaÉ Bienvenida sea la rapidez en estas actuaciones sobre la que la sociedad en su conjunto podrá ejercer su protagonismo.Si se necesita el apoyo socialpara que todo esto se lleve a cabo, éste no debe faltar en ningún momento, especialmente en las difíciles negociaciones con Madrid. Y no sólo en lo referente al Plan de Carreteras, sino a los agravios existentes en las infraestructuras sanitarias y de educación o en la creciente dotación de servicios ante el aumento experimentado en la población emigrante.

A diferencia de los dos millones de turistas que les sobraban al equipo anterior y a los que trataron de espantar para que no vinieran, al Gobierno actual no le sobra nadie. Porque las Balears no se hacen con exclusiones sino integrando esfuerzos. Y el que no lo entienda así, está llamado al peor de los destierros, el destierro interior, el del rechazo social. Porque un fracasado es el que erró una vez y no supo hacer de su error una experiencia.Lejos de la visión catastrofista y victimista donde parece estar instalada la izquierda, el gobierno popular y sus aliados centristas han sabido insuflar a la sociedad un sentido de la moderación y el realismo. Para que sea una sociedad que crea en sus propias posibilidades, que se encuentre cómoda y satisfecha en su entorno, y para que los ciudadanos se sientan orgullosos de su pertenencia a esta comunidad.(*) Joan Huguet Rotger es portavoz del Grupo Parlamentario Popular.