­Mateo Sanz ya ha hecho historia. Independientemente de qué consiga en Río de Janeiro, en los libros del deporte olímpico aparecerá su nombre junto al de la isla de Formentera, que por primera vez tendrá representación en unos Juegos Olímpicos. Como curiosidad, el debutante no competirá con bandera española sino con la grímpola de Suiza.

Con un palmarés envidiable en una disciplina en la que España goza de excelente regatistas y es una de las potencias mundiales, Sanz optó hace unos tres años por aprovechar la posibilidad de competir por Suiza al ser su madre de aquella nacionalidad. Con el alicantino Iván Pastor como principal referente del windsurf nacional, navegar como helvético era una gran ocasión para aumentar sus posibilidades de converstirse en deportista olímpico.

Con una medalla de oro en el Mundial sub-19, una de plata en categoría sub-17 y una de bronce en la competición sub-23, Sanz alcanzó la gloria en el pasado Campeonato del Mundo al clasificarse sexto en la cita celebrada en Omán. Curiosamente, quedó en mejor posición que Pastor.

La progresión del regatista de Formentera en el último año, pese a que todavía es sub-23 (los cumple en noviembre), le convierten en canditato a luchar por las medallas en la cita de Río. Aunque para ello deberá clasificarse para la final, prevista para el domingo 14 de agosto. Su cuarta plaza conseguida en el pasado Campeonato de Europa, que se disputó hace un mes, invitan al optimismo.

Hacía mucho tiempo que Balears no contaba con un regatista en unos Juegos. El último en competir fue Pepote Ballester, en Sidney 2000. Han tenido que celebrarse los de Atenas (2004), Pekín (2008) y Londres (2012) para ver a otro deportista isleño navegando en una cita olímpica. Y como anécdota, haciéndolo por otro país. Mateo Sanz ya es histórico.