En 1986, Osel Hita Torres, el quinto hijo de un matrimonio español, fue reconocido como la reencarnación del lama Yeshe, uno de los mayores maestros del Tíbet, siendo tan solo un bebé. El niño fue trasladado y entronizado en la India, donde le separaron de su familia y le internaron en un monasterio budista para comenzar su intensa formación. Lo que nadie se podía imaginar es lo que pasaría cuando cumpliera la mayoría de edad: el niño lama español cambió los estudios y la meditación por el desenfreno ibicenco con el propósito de experimentar con todo lo que había tenido vetado hasta ese momento, tal y como él mismo explica en 'Osel', la docuserie de HBO Max que repasa su increíble vida. Se estrena este jueves 3 de noviembre.

Conseguir su testimonio no fue fácil, según corrobora el director de este trabajo, Lucas Figueroa, que llevaba dos años trabajando en la biografía del protagonista después de descubrir su caso y quedar "impactado" por él. "Fui contactando y entrevistando a su familia, pero Osel era una persona a la que era imposible acceder. Desapareció y nunca dio una entrevista. Pero un día me llamó y me dijo que me había elegido para contar su historia", rememora el director de películas como 'Despertares', 'Renaceres' y 'Despido procedente', que debuta aquí en el género documental. "Yo vengo de la ficción y esta historia me parecía que tenía muy buenos elementos, ¡pero es que además era todo verdad", incide el cineasta argentino.

16 horas diarias de estudio

El niño lama español, que ahora tiene 37 años, se sincera en los cuatro episodios que componen la docuserie acerca de cómo se sentía siendo venerado como una reliquia viviente, pero creciendo aislado del mundo y sometido a una férrea disciplina. "Tenía prohibido ver películas, escuchar música o hacer deporte. Solo podía estudiar, y lo hacía hasta 16 horas al día"; "Me sentía huérfano"; "Mi familia era una extraña para mí", relata, aunque asegura que se ha reconciliado con unos padres que, como sus hermanos, también aparecen en este trabajo, con tintes casi de telenovela.

"Parece una telenovela por la cantidad de tramas que hay, por los hechos extraordinarios que se explican y, sobre todo, por la historia familiar", afirma Figueroa, cuya intención era que de la docuserie no emanara "ningún juicio de valor". "Simplemente contamos los hechos para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones. La idea era tener una perspectiva más amplia de la historia del niño lama que en los años 80 y 90 no fue contada con el suficiente grado de detalle", subraya.

La marihuana

El protagonista también narra el 'shock' que vivía cuando, a partir de los 14 años, viajaba a Ibiza para visitar a su madre y luego debía volver al monasterio. Allí descubrió la marihuana y comenzó a vislumbrar todo lo que se estaba perdiendo por culpa de su enclaustramiento. Hasta que, con 18 años recién cumplidos, decidió que ya había tenido suficiente y se mudó permanentemente a la isla balear, lo que le supuso un drástico cambio.

Ahí vivió una época de desenfreno adolescente y luego se dedicó a ampliar sus estudios en España, Suiza, Canadá, Italia, California y Hawái. Tuvo un hijo (que ahora tiene 5 años) en el que quiso ver la reencarnación de su maestro, vivió en la calle y hoy en día da charlas y ha creado Global Tree Initiative, una comunidad que planta árboles por todo el mundo. "Soy un bicho raro de la sociedad", confiesa Osel en el documental, que incluye testimonios de amigos, de su expareja y de algunos de los discípulos del lama Yeshe (que expandió el budismo tibetano en Occcidente en los años 60 y 70), así como multitud de imágenes familiares desde finales de los años 50.

Figueroa, que lleva cinco años dedicado a este trabajo y ha desarrollado una "relación casi de hermandad" con Osel a lo largo de este tiempo, está en proceso de preproducción de la segunda temporada de la docuserie. La idea es que tenga tres. "Es una historia abierta y quedan muchos detalles por explorar", recalca.