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Netflix

'Gossip girl': cuando a las series les chiflaban los millonarios

Con motivo del estreno en HBO Max de una secuela de la mítica serie juvenil, recordamos aciertos y problemas de la ficción original

Blake Lively y el resto del reparto de la serie 'Gossip Girl'.

Aunque llegó a su final convertida en una sombra de sí misma, 'Gossip girl' no ha dejado de ser una serie vista y revista, (re)descubierta por numerosos públicos tras su antigua incorporación al catálogo de Netflix. Eso a pesar de (o quizá justamente por) ser una serie anticuada en muchos aspectos, no solo los culturales o tecnológicos, sino también en todo lo concerniente a género, raza y sexualidad

"Definitivamente pre-cultura de la cancelación", comenta la maestra Kate Keller (Tavi Gevinson) del antiguo blog titular en la secuela homónima, con nuevos personajes, que podremos ver aquí desde el martes con el desembarco de HBO Max. La lista de elementos 'problemáticos' de la 'GG' de 2007 es importante: ahí queda, sobre todo, la relación tóxica entre Blair Waldorf (Leighton Meester) y el abusador compulsivo Chuck Bass (Ed Westwick), pero conviene no olvidar el constante 'slut shaming' a sus heroínas (no a ellos), la normalidad con que se tratan los líos entre profesores y alumnado o cierta 'sextape' grabada sin consentimiento. 

Fetichismo de la riqueza

Eso por no hablar de su fetichismo de la riqueza: 'Gossip Girl' no era 'Succession', en la que ser demasiado rico se presenta casi como una enfermedad indeseable. A pesar de su elemento satírico, era una celebración casi amoral del emplazamiento de producto, una revista de moda cruelmente lustrosa en movimiento. Y qué diablos, muchos la adorábamos por eso, aunque nos hiciera sentir terriblemente pobres y feos. La nueva versión es un poco más consciente de los mensajes que lanza o la existencia de un mundo real, pero a muchos nos sigue haciendo sentir pobres, feos y, dado que hay nuevo 'set' de personajes, un poco viejos. 

Personajes, por cierto, mucho más variados en cuanto a raza e identidad sexual que en la primera serie: en el centro del relato hay dos medio hermanas, la 'influencer' Julien (Jordan Alexander) y la muy digna Zoya (Whitney Peak), nacidas de madre negra, y el nuevo playboy de la escuela St. Jude, Max Wolfe (Thomas Doherty), no representa la masculinidad tóxica sino la pansexualidad. 

Por qué la fiebre

Para quien no haya visto un solo episodio de 'GG' , quizá valga la pena hacer un poco de recapitulación. La serie es la obra (maestra, pese a todo) de Josh Schwartz y Stephanie Savage, un dúo de guionistas que puso alto el listón de la serie 'teen' con 'O.C.' y aquí se servía de unos libros de Cecily von Ziegesar para subir el tono en la cadena juvenil The CW.

Al principio de la serie, la 'it girl' Serena van der Woodsen (Blake Lively) volvía a Nueva York tras una misteriosa desaparición. Allí volvía a cruzar caminos con su amienemiga Blair, el novio de esta y exlío propio Nate Archibald (Chace Crawford) o el resbaladizo Chuck, pero también se encontraba alguna buena sorpresa: el aspirante a escritor Dan Humphrey (Penn Badgley, ahora psicópata de moda en 'You'), hermano de Jenny (Taylor Momsen), aspirante a modista que pronto empezaba a caminar por el lado salvaje del Upper East Side. 

Estos no eran tus adolescentes habituales de cadena juvenil generalista: eran chicos privilegiados y, en su mayoría, algo perversos, que abusaban a cada momento de su poder e influencia. Podían beber como cosacos, tratar fatal al servicio (recordemos las broncas de Blair a la pobre Dorota), liarse con duquesas casadas o gastar como si no hubiera mañana: "Quien haya dicho que el dinero no compra la felicidad, no sabe dónde comprar", decía la abeja reina Blair. Esta serie era "la pesadilla de cualquier padre", según el 'Boston Herald', definición usada por The CW para su material promocional.

La bestia tardó en crecer, pero en la segunda temporada su popularidad ya era enorme y la institución 'Gossip girl' marcaba estilo: no solo entre aspirantes a Serenas y Blairs, sino entre chavales decididos a quitarse las sudaderas para emular la elegancia de Chuck Bass. Su influjo no ha dejado de sentirse, por otro lado, en las propias series, de 'Pequeñas mentirosas' a 'Élite', pasando por 'Riverdale', básicamente cruce de 'GG' con 'Twin Peaks'. Otro día hablamos de sus imperfectas réplicas turca, mejicana, indonesia y tailandesa. 

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