Dos de las actrices protagonistas de Big Little Lies han estrenado este año sus propias series, confiando en repetir el éxito que supuso en su día esta ya clásica producción de HBO. Reese Whiterspoon en primavera, con Little Fires Everywhere para Amazon; y, hace muy poco, Nicole Kidman con The Undoing para HBO. Con los cimientos de una novela de éxito, se hacen adaptaciones de lujo que buscan hacer brillar a sus protagonistas con esos papelones que el mundo del cine ya no les ofrece. En ellas, se nos cuentan historias de mujeres fuertes, carismáticas y, si tienen secretos, mucho mejor. El problema es que, cuando uno aspira a la excelencia, en el momento que no se cumple con las expectativas que se habían generado, se exponen al escarnio público.

The Undoing ha sido vapuleada a lo largo de estas dos semanas por la crítica tras la emisión del último episodio. Y eso a pesar de que aquellos que la machacan ahora, antes la habían encumbrado como uno de los títulos más esperados del año. La tortilla se ha dado la vuelta y la sitúan como una de las mayores decepciones. Un vapuleo del que Little Fires Everywhere ha salido mucho mejor parada, aunque quizá el haberse estrenado en otra plataforma como Amazon ha podido ayudarla. No la han lapidado, pero tampoco ha entusiasmado en exceso.

En The Undoing, Nicole Kidman interpreta a una psiquiatra de prestigio en Nueva York cuya vida perfecta parece venirse abajo cuando su marido desaparece y hay un brutal asesinato del que parece ser el culpable. El papel del esposo sospechoso lo encarna Hugh Grant, ese actor que en los noventa era el prototipo del galán de la comedia romántica y que en los últimos años se ha reciclado en papeles cada vez más oscuros, como por ejemplo éste. La trama tiene cierto sabor de Alfred Hitchcock. ¿Estamos ante un falso culpable o ante un falso inocente? Cada episodio se cierra con un inesperado giro que anima a que uno vuelva a la semana siguiente. Hasta que llega el último capítulo y la historia debe terminar. Sin cliffhangers, ni cabos sueltos. Todo ello coronado con una persecución final digna de un telefilm de sobremesa. Y a riesgo de pecar de hacer spoilers, la sensación que da el final del viaje es que hemos vuelto al principio otra vez. El título de la novela de Jean Hanff Korelitzen en la que se basaba la historia a lo mejor era mucho más expresivo y, en sí mismo, todo un spoiler: Tu ya lo sabías.

La serie contaba con un reparto de lujo, como el veterano Donald Sutherland, Lily Rabe una de las musas de Ryan Murphy, o Noma Dumezweni, en el papel de la abogada defensora, que es uno de los mejores personajes secundarios. A Undoing le hubiera ido mucho mejor como retrato de las élites neoyorquinas y la convulsión que causa en ellas el asesinato, en lugar de jugar la carta del misterio. Puede que no fuera perfecta, pero tampoco era tan mala. Seguro que muchos, cuando vieron como productor al veterano David E. Kelley junto a Nicole Kidman apadrinando el proyecto, pensaron que teníamos otro Big Little Lies entre manos. Tan confiados estaban en las bondades de su producto, que los responsables de HBO decidieron retrasar su estreno previsto para la primavera hasta el otoño a causa de la pandemia. El barbecho no ha ayudado, sino más bien ha hecho todo lo contrario.

Pocos meses antes, ya había tratado de repetir la fórmula otra de las protagonistas, Reese Whiterspoon. Little Fires Everywhere nos ofrece todo un duelo interpretativo entre esta actriz y Kerry Washington. No hay ninguna duda de que esos momentos son lo mejor de la serie. Quizá a veces se pasan de vuelta en carga emocional, pero no hay que negar que intensos sí que son. En la adaptación del libro de Celeste NG, el pacífico pueblecito californiano de Monterrey de Big Little Lies se transforma en un acomodado suburbio de Ohio donde las vidas de sus residentes acaban literalmente patas arriba con la llegada de una nueva vecina de color a la comunidad. Casi tanto como la de Nicole Kidman en The Undoing cuando descubre que su marido puede ser un asesino. La miniserie es básicamente la historia del enfrentamiento entre dos mujeres que han tenido que hacer sacrificios en su vida personal a causa de su maternidad y no se soportan, porque la una ve en la otra todo aquello a lo que tuvo que renunciar tras su embarazo. De por medio está (claro) el que una sea de clase alta y otra no, así como la cuestión de la raza. A medida que avanza la trama, se van quitando las caretas y se abandonan los formalismos y falsas cortesías entre estas dos mujeres, para ir diciéndose claramente y de la manera más descarnada posible lo que realmente sienten cada una por la otra.

Los pequeños incendios por todas partes a los que alude el título de la miniserie son todos esos inicialmente pequeños problemas que van a acorralando a su protagonista al hacerse más grandes y que harán derrumbarse los cimientos de su modo de vida. Sobre todo cuando estallan de manera simultánea. Un fuego purificador desde el que renacer de las cenizas y volver a comenzar. Al final, el papel de Kerry Washington va a ser más parecido al Max Cady en cualquiera de las dos versiones de El Cabo del Miedo, aunque no se puede afirmar que ella sea la villana de la historia. Todo lo contrario. Se supone que tiene un final cerrado, pero yo veo en el episodio final los suficientes cabos sueltos para que tuviéramos nuevas entregas.

Las dos series han tratado de aprovechar el tirón que tuvo Big Little Lies para tratar de volver a repetir la fórmula. Tampoco han sido las primeras en intentarlo. Para empezar, uno de los primeros en hacerlo fue su director, el cineasta Jean Marc Vallée, cuando un año más tarde del estreno lanzó una nueva serie para HBO, Heridas Abiertas. De nuevo otra historia de mujeres, protagonizada por Amy Adams, basada en un libro de éxito. El tono era mucho más oscuro que el de su predecesora y la amargura de su protagonista no era plato del gusto de todos los paladares. También la propia Big Little Lies quiso intentarlo con una segunda temporada que jugaba la baza de incorporar a Meryl Streep al reparto, a pesar de que inicialmente era una miniserie con un final cerrado. La secuela tampoco convenció. Esta vez el cineasta no estuvo en el barco y la directora elegida, Andrea Arnold, aseguró que perdió el control creativo de la serie y el material fue editado sin su consentimiento. La conclusión para muchos fue que quizá habría sido mejor todo como estaba.

Tampoco se puede hablar de fracasos absolutos. Hace pocas semanas que la propia Nicole Kidman abría la caja de los truenos al desvelar que ya se estaba trabajando en una tercera entrega. Y Reese Whitherspoon sigue en su papel de productora y protagonista de sus propios proyectos con una nueva serie en la que ha conseguido embarcar a Julia Roberts para Apple TV y, nuevamente. basada en una novela de éxito, The last thing he tolds me (La última cosa que él me dijo) de Laura Dave. ¿Lograrán romper la maldición? Aunque este último proyecto se parece más a la otra serie que la actriz produjo para esta plataforma y que nos recuperó a la Jennifer Aniston de Friends, The Morning Show. A lo mejor, el secreto estaba en hacer algo nuevo.