Veo a Jota Abril entregadísimo en una tertulia de por La mañana, en La 1, hablando de los residuos tóxicos de 'Lazos de sangre', ese programa inverosímil y absurdo que emite los jueves y que no, y no, y mucho no, debería de emitir la tele pública.

La presentadora oficial del programa en verano, Silvia Jato, también participa con mohines, apuntes y, siempre, siempre, sentada como una señora que domina esos quehaceres del sentarse con las patas cruzadas y echadas en paralelo a un lado, postura tortura sólo comparable a la banalidad insoportable de este tipo de espacios que emite la tele pública y que no, y no, debería de emitir. Lo de 'Lazos de sangre' clama al cielo. Los Sánchez Vicario -hoy-, los Pantojos, los Rivera, los Jesulines, los Flores, o los Mohedano y el rollo de la más grande, en fin, un 'Corazón, corazón' sin fin, como si con las ridículas entregas ante el plasma de la estupenda Anne Igartiburu no fuesen suficientes.

Pues parece que no, parece que no es suficiente. Porque terminado 'Lazos de sangre', con momentos hilarantes como el de Ortega Cano diciendo que a veces habla con Rocío Jurado y que le pide que le eche una manita cuando la cosa va mal, momento álgido como su famoso «estamos tan a gustito», irrumpe en tromba «directas y en directo», apunta con verbo ingenioso el narrador de la pública, otra tertulia exhaustiva, la de 'Amigas y conocidas' para que no haya resquicio sin hollar, matiz que escape, punto de vista sin analizar sobre estas sagas que se colaron por las puertas y ventanas de TVE y ahí siguen, como garrapatas. Presentada también por Inés Ballester, el aquelarre en torno a esta gente es de un hastío que ni el estío hace tragable.