Unos días antes de esta semana de vacaciones me enviaron un mensaje de Whatsapp, que quizá usted mismo haya recibido, en el que se veía a un joven desnudo con un cuerpo espectacular en una posición que nuestra memoria iconográfica sólo relaciona con la que se ha difundido en la historia del arte, pintada o esculpida, de la muerte de Jesús en la cruz.

El joven, con los ojos entornados pero sin asomo de dolor, muestra su sexo sin taparrabos, un sexo glorioso, un falo de no te menees, pero en estado natural, no excitado, es decir, fresco y voluptuoso. Y sobre su escultural cuerpo en cruz, sobre un inmaculado fondo blanco, la leyenda picante, la frase que lo explica todo, la frase que le da la vuelta a la imagen y hace de ella o un chiste o una ofensa provocadora.

Ya mismo, Semana Santa, se lee en el mensaje. Creo que esa imagen resume a la perfección la relación de este país con la religión. Estos días, de nuevo, una vez más, la televisión se ha vuelto majara llenando nuestras pantallas de procesiones, nazarenos, velas, humo, vírgenes con sus lagrimitas perladas y cristos llagados pero tapándose lo de abajo con trapos para ocultar el pitillo y el culo.

La 1 de TVE ha repartido a sus reporteros por Valladolid, Toledo, Cartagena, o Sevilla, donde Diego Velázquez, no el pintor sino el periodista, se ha convertido en uno más de la familia hablando de la aglomeración procesional y de lo cara que está la vida del turista que alquila balcones para no perder ripio. Los informativos han hablado del tiempo y de la ocupación hotelera al mismo nivel que de este exceso de hombres, mujeres y niños que se echan a la calle disfrazados con sus túnicas y sus capirotes de penitentes.

La religión es un festival económico y social que se vive en estas fechas como esos pueblos que participan en representaciones multitudinarias recreando momentos destacados de su historia. Un teatro.

Franco y la cruz

El acarreo de estatuas ha sido incesante, agotador. Por sacar, se han paseado hasta los despojos de José María Ruíz Mateos para que les hagan la prueba de ADN y ver si, como dice Adela María Montes, es otra hija del 'Que Te Pego Leche' pero fuera del sagrado matrimonio. Susana Griso en 'Espejo público' lo contó como si de verdad se tratara de lo que quizá sea, otro caso más de esa hipocresía racial que con un pie se va de putas y con el otro acude con la señora a misa de doce. Y afloja la guita, que es lo que le importa al cura y a la factoría que ampara este disparate santo.

En Andalucía juro por las monedas de Judas que es el delirio, que Canal Sur parece una fábrica de tortura, y que no hay escapatoria. Así que, con el permiso de los más quisquillosos, echémosle a la cosa un poquito de coña.

Que no te engañen

En 'La Sexta Noche' habla Iñaki López con Darío Adanti, de la revista 'Mongolia', y echan unas risas. Después de algunas reflexiones hablan de la última portada de la revista, muy, pero que muy apegada a la actualidad. Se ve la figura de un Pantocrátor que tiene truco. Una mitad del rostro es de hombre. La otra, con sus finos labios pintados de carmín, es de mujer. La mano de la mujer, bendice. La del hombre, en vez de los evangelios, sujeta el autobús de la risa de la organización ultra que nos dio la tabarra hace unas semanas. Por tanto, es un dios hembra y macho, o sea, que puede tener pene y vulva. Que no te engañen, se lee abajo a modo de titular.

Límites del humor

Se ha puesto de moda estos días hablar de los límites del humor. Se atropellan las opiniones en la pantalla, y en todas las cadenas. Por traer a alguien que habló de iglesias y curas, y jerarcas y moral, y quisquillosos y ofendidos en cuanto la brisa les levanta la sotana, cito a Javier Sardá, que dijo que le ofenden muchas cosas que se dicen en los púlpitos y no por eso va al juzgado de guardia; al hilo de la denuncia a Dani Mateo y Wyoming admitida a trámite a cuenta de la cruz de los caídos que "Franco quiso que se viera de lejos porque quién va a querer ver esa mierda de cerca".

También Gaspar Llamazares, pero sin mariconadas de humor ni puñetas, más serio que un ajo, hablando de la iglesia, recordó en 'Las mañanas de Cuatro', en el pistoletazo de salida de la declaración de la renta de este año, que la Conferencia Episcopal destina a Cáritas 8 millones, y a su tele, 13tv, 10. El político dice que eso muestra las prioridades de la jerarquía católica.

Loco mundo

Ante este batiburrillo, lo mejor, como dice 'El Jueves' a través de Change.org, es pedir al Gobierno que se prohíba la Semana Santa. Múltiples y razonados puntos se tienen en cuenta en tan oportuna petición. Está claro que lo de no comer cerdo en viernes santo es una imperdonable cesión al lobby vegano, paso previo a la islamización de España. Por si fuera poco, las procesiones obligan a los niños y adolescentes en formación a contemplar a varones sometidos a torturas tan violentas como sanguinarias y, oh, dios mío, llévanos contigo, en pelotica viva, desnudos, exhibiendo unos cuerpos lanceados, sí, pero, mmmmm, vaya pechitos, algo que puede distorsionar el correcto desarrollo de la heterosexualidad en tan tierna edad.

Además, la Virgen María, sin méritos propios, por el solo hecho de ser mujer, es adorada. O sea, es una tradición feminazi que hay que cortar de raíz. Con esta petición de 'El Jueves' cerramos la ventana, que te descuidas y se te llena la casa de cánticos de beatas cantándole al resucitado.

Un momento, a ver, ¿existen entonces los límites del humor?, se pregunta David Broncano "como cómico y como persona de Jaén" en 'Loco mundo', su programa de #o. La respuesta es no, decía.

Y mi mensaje, continuaba el de Jaén, es claro. Si un chiste os ofende, que os follen. De todas formas, como decía el mentado Adanti, le ponen límites al humor, ¿pero quién le pone límites al drama? Bueno, matiza Broncano, el único límite del humor es Mahoma. Porque te matan y se acaban las tonterías. De forma si se quiere poner límites al humor, que nos maten, acaba el de Jaén.

Ay. Mientras hablamos de estas chuminadas, Rato y otros gorriones están en la calle, libres como el viento. Qué semana más apasionante.