Ha dado tiempo a todo, a cambios de Gobierno, de actores, tramas, chistes, de alegrías y sinsabores, de premios y de reconocimiento de una audiencia fiel que ha hecho de 'Amar en tiempos revueltos' una serie que ya es parte de los grandes logros de la producción nacional. Ha dado tiempo, incluso, a que Wyoming y su equipo de guionistas vea en la serie de La 1 una bonita ocasión para recuperar a uno de sus personajes con más tirón y convertirlo en Aznar en tiempos revueltos.

A lo largo de siete temporadas, pero de año entero, sin descanso, 'Amar en tiempos revueltos' ha hablado de amores y desamores, de fatigas y necesidades, de la lucha soterrada contra el régimen de Franco en un país que apenas se iba reponiendo de una guerra que partió en dos el corazón de la gente, dicho sea en tono poético para no fatigar la despedida en estos tiempos tan revueltos.

Parece increíble que a lo largo de estos siete años apenas haya decaído el interés de una serie de sobremesa que ha podido con todo lo que tenía enfrente. En esta columna se ha hablado de los actores que fueron o son, del interés de la historia, pero apenas de la gente que no se ve. Hay que reconocer el impecable trabajo de los guionistas, a cuyo frente está el valenciano Rodolf Sirera, del director, Eduardo Casanova, y de los que tuvieron la idea original, Josep Maria Benet, Antonio Onetti, y el propio Sirera.

En esta sobremesa, La 1 emitirá su penúltimo capítulo, un desenlace que seguro han urdido rápido para atender no al proceso creativo sino a cuestiones más terrenales como el final de la relación de la productora Diagonal TV con el ente público, que ha cerrado el grifo del dinero. Y por la noche el final en horario estelar de máxima audiencia.

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