ombre, Antonio, es vuestro aniversario y te olvidas de lo mismo, dice María Teresa Campos en el anuncio, metiéndose a ojos vista en lo que no le importa. Al lado, Terelu, que apoya a la madre en la regañina, y todo porque Antonio no ha regalado nada a su esposa en su aniversario de boda, pero no importa, para eso están ahí las dos. A mí no acaban de gustarme las metiches, que por Frijolito sabemos que son nuestras comadres, hombre o mujer que se meten en la vida de los demás, sobre todo si actúan a pares, en tromba, un poco al estilo de los negritos de la famosa valla, tan malos y tan cobardes que han de juntarse muchos para que llegue alguien vivo a este lado. Mejor de dos en dos. Como Carmen Sevilla y Maruja Díaz, o como Maruja Díaz y José Manuel Parada. Reconozco que a veces, también de dos en dos, los del tomate, Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde, tienen su gracia, aunque son metiches peligrosas. Escena. Estación de Atocha. Exterior. Día. Parada y Marujita responden al reportero, antes de coger el AVE, sobre los líos que llevan con Carmen, la del cine de los sábados en La Primera. Que sí, que al final nos han invitado al festival de cine de Carmona, pero hasta ayer, según la sin par Maruja, y debido al "ocultismo", no podíamos ir, que si no había hotel, que si no había billetes, que si no era posible, que si alguien nos veta, o sea, ocultismo. Vuelta al estudio. Comentario de Jorge Javier, Marujita era la de las gafas. Qué malo es el puñetero. La verdad es que Parada iba total. Francisco Camps, el presidente valenciano, sin duda, tiene mejor pinta. Lo vi la otra mañana hablando a solas con Ana Rosa Quintana, no sección Belén Esteban, sino sección estatuto. Y luego sección agua para todos. Pero como la metiche tira al monte, Ana Rosa no podía olvidarse de preguntarle a Camps por su amiguito Eduardo Zaplana. Los ojos se le iluminaron para la actuación y contestó, qué va, qué va, nos llevamos muy bien, no pasa nada entre nosotros, hizo una gran labor al frente de la Generalitat, y bla, bla, zzzzzzz, como hace en sus peroratas Palomino, el de Buenafuente, cuando la cosa se tuerce. Me lo creí tanto como me creí a Carmen Sevilla cuando, ya en Carmona, con Marujita delante, dijo a cámara que adoraba a Maruja toda la vida. Como Camps a Zaplana. Si es que es así. Entre dos, todo va mejor, el amor, el odio, el estatuto, el agua, los presentadores de los informativos, los recursos del PP ante el Tribunal Constitucional, a pares, sin descanso, mejor dos miradas que una sola, mejor operarse no dos, sino tres, cinco, quince veces, casi tantas como cambiar de nombre cada temporada, y si me llamo Tamara luego seré Ámbar y, por qué no, Yurena.

La misma que se sienta en el sofá de A tu lado. La misma que no es sólo ella sino su madre, Margarita Seisdedos, es decir, dos en una, así es que cuando invitan a una tienen que invitar a la otra, de dos en dos. Emma García habla con la artista mientras su mamá escucha. Hablan de su nuevo éxito. ¿Nuevo éxito? No sé de qué éxito hablan, y sigo sin saberlo ya que Yurena no puede cantarlo porque, dice, estoy un poco afónica. No importa. No soy el único que no sabe de qué habla mucha gente. Me pasa lo mismo que a Pascual Maragall, que por la mañana habla en la mesa política de Cada día y no sabe de qué se asustan algunos. Pero enseguida sacan a su colega de partido, al extremeño Rodríguez Ibarra, y lo explica. Que no, que no pasarán, que España es una, grande y libre. Satisfecho, crecido, intuyendo que el Gobierno se hace añicos y que jamás levantará cabeza porque España deja de ser Nación para convertirse en nacioncilla de nacioncillas, Mariano Rajoy levanta el micrófono en el Congreso y trata de seguir asustando a los niños, a los ancianos. Pero Zapatero, enfrente, le tira de la barba diciéndole que asustar es pecado, que el dios de la Constitución vigila, y que ella es el único norte que guiará sus decisiones. Y así hasta el infinito. Me recuerda todo esto a la nueva moda de programas de humor que ha puesto en marcha Tele 5, que los saca, cómo no, de dos en dos. El espíritu de Camera café y Agitación+IVA invade la política, es decir, escenificación trepidante de chistes interpretados por el mismo cuadro de actores. Pero en ese mismo espíritu va la condena. Como no hay argumento sino cientos de argumentos, es el espectador quien decide poner fin a esa cinta sin fin. La otra noche me quedé en esa cadena después de la espiral de sorpresas de Motivos personales, donde, como no podía ser de otra manera, también los resucitados son de dos en dos. De golpe volvieron de la muerte Federico, Fernando Guillén, y Natalia, Lydia Bosch. Y luego, tras La última frontera, Agitación+IVA. Ya digo, como los políticos. Cada veinte segundos, un chiste escenificado. De todas las clases. De oficinistas, de enamorados, de calzonazos, de lesbianas, de miedo, de resbalones, de parejas, de comensales, zzzzz, vale. A la cama, esto no tiene fin. Tampoco la agonía de Operación Triunfo, que para prolongar la trama expulsa a sus niños de uno en uno. El jueves salió otro, que se quedó a las puertas de lo que el bizcochito Óscar Martínez, según palabras de Ana Rosa, calificó como la gran final. Tanto Margarita Seisdedos como su hija, la de múltiples nombres, lloraron un poco por no tener el apoyo mediático que tienen los que pasan por la academia. Llorar de dos en dos tiene efectos inmediatos. No pasa nada, dijo Emma García, qué os parece si convencemos a Tele 5 para que ponga en marcha una Operación Triunfo VIP. Señor Rajoy, o hace algo o ésto de verdad se va a pique. Cuente conmigo. Ya somos dos.