Recomendaciones:

Extremar las precauciones en días ventosos y con niebla. Entre el Pla de l’Aljub y la bajada hacia el Coll de Sant Jordi hay imponentes acantilados.

Salimos del acogedor pueblo de Esporles, de la calle Nou de Sant Pere, de espaldas a la fachada de la iglesia, cruzamos el torrente por un puente y llegamos a la Placeta des Pla, en cuyo centro se alza una sencilla fuente.

Si volvemos la vista atrás veremos, por encima de la parroquia, la Fita del Ram y la ermita de Maristel·la. Seguimos por la derecha, por la calle Mateu Font y, llegados a un nuevo puente, lo cruzamos y giramos a la izquierda, en dirección a Son Cabaspre. Nuestra ruta está señalizada como GR221 y las indicaciones nos acompañarán hasta nuestro destino final, Valldemossa. En algunos tramos (del Coll de sa Basseta al de Sant Jordi) habrá que recurrir a los hitos (fites). Recordamos que el GR 221 o Ruta de Pedra en Sec transcurre a lo largo de la Serra de Tramuntana, desde Andratx a Pollença.

El camino asfaltado sube en dirección norte. Transcurridos unos diez minutos, dejamos el asfalto y tomamos un camino de carro, empinado, con una vía de agua cubierta por la vegetación, a nuestra derecha. Salimos de nuevo al asfalto, a la pista que nos llevará hasta la urbanización rural de Son Cabaspre. Giramos a la izquierda y nos dirigimos, sin abandonar la carretera, hacia la entrada de la urbanización. Pasado el portillo de la urbanización nos desviamos por el primer vial, asfaltado, que queda a mano derecha.

El paisaje está dominado por el impresionante peñascal de la Mola de Son Cabaspre que se levanta ante nosotros. A medida que ganamos altura, nos sentimos atraídos por la belleza de un valle que antaño se nutrió de la explotación del olivo y del bosque, así como de la ganadería. En estos parajes hay importantes heredades como las de Son Dameto, Son Cabaspre o Son Simonet. Estas casas disponían de bodega, capilla, almazara y en algunos casos hasta de biblioteca.

El Coll de Sa Basseta

Continuamos nuestra ruta por el vial de Son Cabaspre. A derecha e izquierda se nos presentan algunos caminos, por los que no nos aventuraremos. La desviación hacia el Coll de Sa Basseta la encontraremos más arriba, indicada también como Camí de Sa Coma Llobera.

Está a mano derecha y es una vía cerrada con barrera. La cruzamos y tras caminar unos doscientos metros nos situamos en el Coll de Sa Basseta (39ºN 41.073 / 002ºE 35.806), donde encontraremos una balsa de cemento y un abrevadero, a la derecha, según llegamos, tras una verja metálica.

Desde el coll giramos a la izquierda y recorridos veinte metros, en la primera curva, salimos de la pista para coger un sendero, señalizado con hitos. A partir de aquí el camino se pierde por momentos, por lo que conviene prestar mucha atención a los hitos. El sendero sube con fuerte pendiente, trazando curvas, con un alargado peñascal que queda a nuestra derecha.

Pronto accedemos a un pequeño collado, con un rotlle de sitja y una barraca de carbonero. En este lugar (39ºN 41.149 / 002ºE 35.877) hay que estar atentos, pues continuaremos subiendo, ligeramente hacia la izquierda, siguiendo los hitos y topándonos con algunos coll de tords, hasta dar con una pared transversal (39ºN 41.173 / 002ºE 35.875) que superaremos.

Pasada la pared, que separa los términos de Esporles y Valldemossa, giramos a la izquierda. La panorámica desde lo alto de sa Mola es espectacular, con vistas sobre la bahía de Palma y el valle de Son Cabaspre, con el Puig Galatzó a lo lejos. Seguimos por el encinar, por un senderito, y pronto llegamos a un camino carretero que seguiremos hasta una bifurcación.

En este punto (39ºN 41.287 / 002ºE 36.111) debemos girar a la izquierda. No dejaremos este camino hasta llegar al conjunto de un soportal de bóveda y un aljibe que hasta hace no mucho utilizaban leñadores, cazadores, pastores, carboneros y otras gentes de la montaña. Entre la bifurcación antes señalada y el aljibe observaremos, a la izquierda del camino, un horno de pan. Desde el rellano del aljibe, seguimos por la pista, en sentido norte, para encontrar una pared. Si andamos unos metros hacia la izquierda, extremando las precauciones, obtendremos una panorámica espectacular, con vistas, de derecha a izquierda, del puig de Sa Moneda, el predio de Son Olesa, Vistamar y el Pla del Rei.

En este punto nace un caminito que baja por esta parte de la montaña, pero nosotros no tenemos que cruzar la pared, sino seguirla, dejándola a nuestra izquierda, hasta dar con otro paso de bajada, un sendero de herradura que presenta una fuerte pendiente y desemboca en el Coll de Sant Jordi (39ºN 41.739 / 002ºE 36.234).

La Comuna de Valldemossa

En el Coll de Sant Jordi localizaremos un portillo con barrera de hierro que queda a nuestra izquierda. A nuestra derecha se extiende el bosque de Sa Baduia y más alejado Son Salvat. Superado el portillo, giramos a la derecha y empezamos a subir por un camino que se adentra en la Comuna de Valldemossa. La Comuna aparece con el nombre de puig Comú en el Capbreu de 1517. Con la peste de 1652 sirvió de lugar de aislamiento para los infectados o sospechosos de estarlo, aunque sólo se utilizó por un tiempo. El acceso difícil motivó que se hiciera otro lazareto en la font de l’Abeurada.

Nuestro camino de subida conviene tomárselo con calma, porque la ascensión por la ladera de s’Engegada es larga, fatigosa y supera un desnivel de más de doscientos metros. El sendero trepa hasta la cresta de Sa Comuna, a unos 700 metros de altitud, y brinda bellas panorámicas. No hay una cumbre definida. Durante nuestra travesía por la Comuna encontraremos numerosos colls de tords: espacios estrechos entre dos árboles por donde suelen pasar los tordos al alba o al anochecer y donde los cazadores colocan sus trampas para capturarlos con una técnica que tiene raíces muy antiguas.

El peñascal aparecerá a nuestra izquierda y más adelante, pasadas dos barracas y salvada una pared transversal, alcanzaremos un paso entre un roquedal. El sendero, en ocasiones, pierde definición. A la derecha, entre los árboles, podremos distinguir a lo lejos de buena parte de la llanura de la isla, con S’Estret de Valldemossa, la Mola de Son Pacs y Na Fàtima en primer término. Más allá, Palma y su bahía. Continuamos avanzando, ahora en descenso. El sendero llega a una estrecha vaguada y traza varias curvas. A este tramo se le conoce como Ses Mossetes. Desde aquí se puede contemplar el Pla del Rei y detrás Son Mas, Son Moragues, Ses Basses y Valldemossa, cada vez más cercana. El camino se lanza ladera abajo, por el bosque, hacia En Penyalot, antiguo refugio de trabajadores de Sa Comuna. Lo reconoceremos por su aljibe cubierto con bóveda y por las ruinas de una construcción.

El Molí de Sa Beata

Siguiendo la indicación del GR 221, iniciamos la bajada final hacia Valldemossa. Lo hacemos por un camino escalonado y empedrado a tramos que se pega a una pared medianera. Pasados dos portillos llegamos a la Font de na Llambies (39ºN 42.381 / 002ºE 36.980), cuya historia está ligada al monasterio de Sa Cartoixa, al que suministró agua desde 1656. La fuente se sitúa al lado de las casas llamadas de Sa Teulera. Seguimos en dirección a Valldemossa.

Cruzamos el portilllo con barrera que hay junto a las cases y llegamos a una bifurcación. Los dos caminos llegan a Valldemossa. El de la derecha bordea la colina, pasa bajo el acueducto que hace llegar el agua de Na Llambies a la Cartoixa, rodea Son Mossenya y concluye frente a los jardines de la cartuja, en la calle Uruguay. El de la izquierda, el que tomaremos, nos deja en pocos metros ante las escaleras empedradas que culminan en el Molí de Sa Beata. Junto al molino de viento harinero, que data de 1761, se levanta un pequeño oratorio con un altar con retablo dedicado a la Inmaculada. El oratorio fue restaurado en 1974, con motivo del cuarto centenario de la muerte de la santa. Se dice que desde este lugar la Beata podía escuchar la misa que se decía en la Seu. Visitado el Molí y el oratorio, volvemos a bajar las escaleras y giramos por el camino de la derecha, que nos dejará en pocos minutos frente a las cases de Son Mossenya.