El cóctel, nació con un objetivo muy pragmático: no emborracharse con la primera copa. Se trata, de cuando tomas un buen cóctel, coger, un punto de achispamiento que te ponga en disposición de disfrutar el momento, dándote lucidez e inhibición y, así, poder disfrutar de las sutilezas de la bebida y pasar un buen rato; y, lo mejor, si te tomas varios, que al día siguiente tu cabeza siga en su sitio.

La cultura del cóctel se afianzó, en los años veinte del siglo pasado, en Norteamérica y desde entonces ha tenido altibajos, sobre todo en la segunda mitad de ese siglo con la aparición de los combinados. En esas décadas los cócteles se relegaron a unos pocos establecimientos en cada ciudad y a las barras de los hoteles de lujo; en las casas particulares desaparecieron casi por completo. Ahora, en el siglo XXI, la cultura del cóctel ha vuelto y, son muchos los que se animan a hacer en su casa un cóctel para los amigos o quedar en una coctelería antes de cenar. La presencia de un bartender, con su pequeña barra, en una fiesta particular, es signo de distinción. En las ciudades las coctelerías están de moda y no hay bar o restaurante que no presente su carta de cócteles a los comensales.

La cultura del cóctel se afianzó, en los años veinte del siglo pasado, en Norteamérica

Para un buen barman, el cóctel es un mundo complejo de equilibrios en el que los alcoholes y los demás componentes deben ser uno y al mismo tiempo todos, he aquí la dificultad de crear un buen cóctel. El barman debe estar atento a todas las novedades del sector, poner en solfa la gran tradición clásica y atender al gusto de los clientes. Una habilidad, un arte diario que genere experiencias únicas y satisfactorias.

Para un buen barman, el cóctel es un mundo complejo de equilibrios

Aquí en nuestra ciudad, el lugar emblemático de la coctelería en los años cincuenta del siglo pasado, fue el Joe´s, en la plaza Gomila. ‘Recuerdo a Joe, con su americana blanca, impoluta, la corbata negra, el pelo blanco muy bien peinado. Siempre serio, sirviendo con delicadeza unos dry martinis y como último gesto poner en la copa una aceituna con su palillo’. En la barra del Joe´s pasaron en los años cincuenta y sesenta todos: palmesanos y foráneos. Era el lugar de encuentro. Luego, lo siguió siendo durante varias décadas, cuando Joe se retiró, con su discípulo el gran don Pep. Ahora, el mejor, sin duda, es el Brassclub, donde reina Rafa Martín: ‘Nos entusiasma la buena coctelería y queremos darle a cada detalle el valor que le corresponde. En nuestra carta encontrarás cócteles de autor como Mango & Curry thai, ‘El Chilerito’ o Volcano island. Y todos los clásicos desde un whisky on the rocks a un Margarita.’

El mundo de los cócteles da para muchísimo más que estas líneas, volveremos a hablar de él.