Hoy, Afganistán. Occidente naufragando otra vez. Asia sigue siendo una gran desconocida para nosotros. No sabemos leer su realidad. ¿Cómo es posible que gobiernos con miles de asesores caigan en las mismas equivocaciones?

Estoy esta mañana con estas cuitas mientras cocino una lasaña. Hoy vienen a cenar doce. Es una cena informal. Montaré la mesa en la terraza, la noche va a ser calurosa. Una luna creciente nos mirará de soslayo. 

La receta de mi lasaña es exquisita. Se trata de una lasaña de carne con setas. Para confeccionarla se necesita, carne de vacuno picada, setas varias, salsa de tomate, quesos, bechamel y, por supuesto, pasta. Empezamos cocinando la salsa de tomate de la siguiente forma: primero con un poco de aceite freímos (sin que se quemen) las especias: una cucharadita de garam masala, otra de hierbas provenzales y media de pimienta. Luego añadimos, medio puerro cortado fino, media cebolla en juliana y un pimiento verde (mediano) cortado ‘brunoise’. Cuando el conjunto esté medio hecho, añadimos un kilo de tomates (pera) maduros y pelados, un poco de azúcar, un puñado de uvas pasas, dos hojas de laurel y salamos. Y cocinamos el conjunto entre hora y media y dos horas, a fuego muy lento. Luego, estofamos un poco la carne (un kilo. Salpimentada a gusto, en frío) y la añadimos a la salsa de tomate. Aparte, rehogamos las setas (un kilo. De temporada) casi enteras con un poco de ajo y sal. Para al final montar la lasaña, con dos capas de pasta con carne y otra capa con las setas (en medio). Todo ello, bañado con la bechamel (abundante) y espolvoreado con queso parmesano. Para acompañar el plato he elegido un vino rosado de la Provenza que me encanta, es un ‘Domaines Ott, chateau Romassan, Bandol Rose 2019’.

En la mesa, como centro, voy a poner una pequeña pecera con peces de colores y varias velas, mantel blanco de lino y cubertería de plata. 

En vista de los acontecimientos asiáticos, he recuperado un texto de Eça de Queirós escrito 1880 que publicó en su sección ‘Cartas desde Inglaterra’ (Acantilado, 2005) en el periódico brasileño la Gazeta de Notícias. ‘En 1847 los ingleses, <<por Razón de Estado, por una necesidad de fronteras científicas, por la seguridad del Imperio, por poner barreras al dominio ruso de Asia…>> y otras vagas razones que los políticos de la India murmuran sombríos retorciéndose los bigotes, invaden Afganistán, y van por ahí aniquilando tribus seculares, desmantelando ciudades, asolando mieses y viñas. Se apoderan por fin de la santa ciudad de Kabul…’. Sí, esto explicaba Eça hace nada menos que ciento cuarenta y un años. Como él, han sido miles los que han denunciado la desastrosa actitud que tenemos los occidentales ante Asia y su devenir. ¿Aprenderemos alguna vez? 

Esta pregunta planeó en mi cabeza durante toda la mañana. Es muy difícil abstraerte del drama. Hay que seguir escribiendo y denunciando. Eça de Queirós lo tuvo claro hace más de un siglo. Debemos recoger su testigo.