En los mercados, en los colmados, en las cooperativas, en las grandes superficies, en las plataformas on-line se puede comer Mallorca. Hay que buscar los productos locales, de Km0 y comprarlos. Con ello no solo ayudamos a mejorar todo nuestro sector agroalimentario, nos mejoramos a nosotros: nuestra salud depende de alimentarnos bien y no hay mejor alimento que el que se produce en nuestro entorno; porque estos productos agroalimentarios producidos en nuestra isla, de proximidad, poseen valores intrínsecos muy interesantes, como por ejemplo, en los productos frescos su inmediatez, que mantiene las propiedades nutritivas en perfectas condiciones o en los productos procesados, paladines de la elaboración tradicional, garantes de texturas y sabores que son la esencia de nuestra cultura gastronómica. 

Desde hace varias décadas la tendencia es poner en valor nuestros productos. Pienso, en el ‘Me Ecològic¡, el ‘porc negre’, el ‘garrofí’, el aceite extra virgen, el ‘peix fresc’… Tanto en los consumidores finalistas como los restauradores y hoteleros, y los productores la predisposición al alza es consumir y producir productos de la tierra. Uno de los grandes hitos para el sector fue la creación en el 2001 del IQUA, el instituto de Calidad Agroalimentaria de les illes Balears, que promociona y controla la calidad de los productos agroalimentarios, tanto agrarios como procesados, industriales y artesanos. El instituto no solo promociona y controla, además estudia el sector y es una fuente de información estadística de producción y facturación. Gracias al IQUA (www.illesbalearsqualitat.es) sabemos, por ejemplo, que los 20 productos con denominación de calidad en las islas, facturaron, siendo un año muy difícil, 62 millones de euros o que el año 2019 se produjeron en Mallorca, unas 6.200 toneladas de uva. Datos que nos dan la magnitud del mercado y su fortaleza económica.  

Margalida Alemany, chef.

Hablando de estadísticas −si yo hiciera mi estadística personal− el 90% de restaurantes que visito, me comentan que su menú se basa en productos locales, de proximidad, con calidad y saludables. Tanto los restauradores como los hoteleros, desde hace años, están apostando por nuestro sector agroalimentario y dan valor a lo que tenemos. Es un paso importante para crear economía circular y sostenibilidad. La pregunta es: ¿Quién falta? Sí, todos sabemos la respuesta. Es el consumidor finalista, es decir nosotros, el qué bebe ‘Comer Mallorca! El qué debe cambiar inercias de consumo y elegir producto de proximidad. Su salud se lo agradecerá. Hace unos años cuando la cofradía de pescadores de OPMallorcamar creó las etiquetas para marcar el pescado del mar balear, una pescadera me comentaba que le estaba siendo muy difícil introducir dicha novedad. El consumidor recelaba del etiquetaje. ¡Por suerte!, ahora es al revés, el consumidor busca la etiqueta para asegurarse que la procedencia del pescado es del nuestro mar. Esta iniciativa, como tantas otras, son las que están creando un mercado potente, autónomo, de producto local, de proximidad que es un gran valor a nuestro alcance. No lo duden, Eat Mallorca!