La receta es muy sencilla:

  1. Tómese un bol y bata las claras de huevo a punto de nieve. Acto seguido incorpore con cuidado la mitad del azúcar y mézclelo todo lentamente para que no se baje.
  2. En otro bol, bata las yemas hasta que estén espumosas y añada la piel rallada de limón y el azúcar restante. Una con mucho cuidado las dos mezclas con movimientos envolventes.
  3. Prepare un molde de cristal de soufflé, alto, engráselo ligeramente y vierta la mezcla en él. Introdúzcalo en el horno que previamente habrá calentado a 180 grados.
  4. Pasados 10 minutos, auméntese la temperatura a 200 grados y déjelo hasta que “suba” y la superficie esté dorada.
  5. Sáquelo del horno, rocíelo con Ron caliente y flambee.
  6. Cómase cuando se apague el fuego.

No nos confundamos, ¡el ron no se quema! No son los líquidos los que arden, sino los vapores alcohólicos procedentes de su evaporación cuando estos son expuestos a una fuente de ignición (chispa o llama).

La bebida será “flambeable” cuando la mezcla [vapor inflamable – aire] llega a una proporción determinada, conocida con el nombre de límite inferior de inflamabilidad.

Dicho fenómeno está directamente relacionado con el grado alcohólico y la temperatura del ron. A mayor grado alcohólico y mayor temperatura, más rápido será el desprendimiento de vapores y más pronto se llegará al límite inferior de inflamabilidad. Por este motivo, en la preparación de este postre se calienta el ron (etapa número 5 de la receta); a temperatura ambiente no se “enciende”.

El flambeado del soufflé intensifica su sabor y también su color. Recientes estudios científicos demuestran que la temperatura de la llama puede superar los 260 °C, temperatura esta más que suficiente para que se den procesos de caramelización y ciertos cambios en el sabor.

Receta  para 4 raciones

  • 4 huevos
  • 150 gr azúcar
  • 1 limón pequeñito
  • 1 chorrito de Ron