Escenas como esta se repiten en toda geografía y lugar. Todo un universo singular de bollos, tartas, quiches, panes, bizcochos se hornean en la noche para ser degustados, saboreados durante el día, en el desayuno y la merienda, y entre horas. Es el mundo de la repostería que alimenta tanto al cuerpo como al alma y que es esencial para el devenir de nuestros días, siendo el complemento alimenticio por excelencia.

Hablar de repostería es hablar de dedicación, de mimo, de trabajo bien hecho. Es una delicada e inteligente forma de cocinar. Trasformando alimentos sencillos y baratos, la repostería consigue sublimes creaciones que son delicia en nuestro paladar. La repostería es ciencia y arte, pasión y técnica.

La repostería dulce

En occidente, todo empezó con la llegada de la caña de azúcar durante la Edad Media. Una exquisitez reservada a las mesas de los príncipes y a los obradores de los conventos. En estos se desarrollaron las primeras recetas mezclando los productos lácteos: leche, queso, requesón con harina, azúcar y especias como la vainilla y la canela.

La repostería, luego, se hizo popular a principios del siglo XIX cuando se empezó a obtener azúcar de la remolacha. ¡Una gran revolución! En las comidas se reservó el final para ofrecer al comensal algo dulce que acompañara la conversación. Y, así, empezó el auge de la repostería dulce.

Repostería dulce

Hay que decir que este auge ha tenido en la población consecuencias poco saludables. El exceso de azúcar refinado en nuestra dieta ha creado una pandemia (sigilosa y de la que no se habla) de diabetes. Es esencial moderar el consumo de azúcar, para ello cada vez más hay en el mercado opciones light.

La repostería salada 

En estas últimas décadas estamos viviendo una eclosión maravillosa de la repostería salada. De hecho los aparadores de los hornos, panaderías y pastelerías están repletos de repostería salada. Ésta, ya representa el 50% de negocio pastelero. Uno de los factores determinantes de esta eclosión es, sin duda, lo que apuntábamos antes: la necesidad imperiosa de reducir la ingesta de azúcar.

¡La repostería salada es un festín! Pienso en unos deliciosos ‘Scones de tomate y albahaca’, en una ‘Quiche de acelgas y gorgonzola’, en unos ‘Canelés de puerro y gamba’, en unas ‘Palmeritas saladas al pesto’, en un ‘Crumcake de bacalao y pimientos’ y, así, hasta cientos de deliciosas recetas.

No quería terminar sin mencionar la interesante faceta lúdica y de aprendizaje de la repostería en el mundo infantil. La manualidad que conlleva hacer una buena masa es para los niños un deleite y es el comienzo de una gran pasión por la cocina.