El kashrut (sustantivo de kosher) corresponde al conjunto de leyes que estipulan lo que está permitido y lo que no está permitido comer dentro de la ley judía. A todos los alimentos que la Torah prohíbe, se les llama taref (prohibido). Existe otro grupo de alimentos y prácticas culinarias que no están prohibidos explícitamente en la Torah, pero que sí lo están en el Talmud; estos entran también en la categoría de taref. Los alimentos que cumplen con todas las leyes toraicas y talmúdicas, se pueden comer y se llaman kosher (en hebreo significa “apropiado”).

Para que un vino sea calificado como kosher, deberá cumplir las siguientes condiciones generales:

  • Las cepas tendrán una edad mínima de 4 años.
  • No se usarán fertilizantes orgánicos.
  • Se exige una estricta higiene y condiciones de limpieza.
  • No se permite el uso de bacterias añadidas, levaduras o enzimas.
  • La gelatina y la caseína están prohibidas en la clarificación.
  • Se permite la bentonita y el huevo de cáscara blanca (este debe ser abierto y revisado por un rabino).
  • Sólo se permite el uso de botellas nuevas.
  • No se recogen las uvas al 7º año (año de Sabbat) para que la tierra pueda regenerarse.
  • El 1% de los beneficios obtenidos por el vino, debe ser entregado para causas benéficas.
  • Solamente los judíos respetuosos con el Sabbat y observantes de la ley están autorizados para vinificar y para entrar física y visualmente en contacto con el vino.

La bentonita es una arcilla de grano muy fino que tiene gran capacidad de absorción y de adsorción. Por ello se utiliza en la decoloración y clarificación de aceites, vinos, cervezas, sidras, etc.

En forma natural es una roca blanda, generalmente de color beige claro a oscuro, amarillo verdoso y excepcionalmente blanco cremoso o verdoso. Su textura al tacto puede describirse como grasosa o untuosa.

Dado que el vino es una bebida que presenta una cierta inestabilidad proteica, es usual tratarlo con bentonita; esta retiene todas las proteínas y evita así futuros problemas de turbidez cuando ya está embotellado.

Esta propiedad tan especial que tiene la bentonita, se debe a su compleja estructura química tridimensional que le aporta: alta superficie específica, capacidad de intercambio catiónico, capacidad de absorción, hidratación e hinchamiento y plasticidad. Al ser una arcilla acaba precipitando en el fondo del depósito. Una correcta decantación y posterior filtración son suficientes para eliminarla.