Necesitamos abrazos, necesitamos esos segundos relajantes que nos cambian el humor, abrazos profundos con intensidad que eleven nuestra serotonina. Es bueno saber que apenas esos pocos segundos son los que hacen falta también para dejarse embriagar por el chispazo radiante que provoca otro tipo de abrazo mucho más ligero, pero igual de beneficioso… el del sol nuevo y templado. 

Después de la oscuridad de la primavera pasada, tenemos muchas ganas de pasar tiempo bajo el sol, recibimos con una ilusión especial la eclosión de las flores y la luz radiante de la primavera, disfrutar de terrazas, balcones, huertos… Lugares donde instalar una sala de estar o un comedor veraniegos, espacios con sus propias necesidades, que podemos combinar con mesas bajas o bancadas corridas repletas de mullidos cojines, que lo mismo nos sirven para una velada de media tarde, que para una cena veraniega. Con una buena sombra que nos aporte frescor a cualquier hora y nos permita poder disfrutar la terraza durante todo el día, con plantas, con velas, faroles y guirnaldas luminosas para conseguir esa atmósfera íntima cuando cae el sol.

Un espacio dónde caminar descalzo sobre una tarima de madera,  césped artificial o piedra natural , o incluso alfombras que nos permitan renovar la imagen de nuestra terraza sin necesidad de obras.

Un lugar dónde dormir una buena siesta o cenar bajo las estrellas con una iluminación agradable para las noches de verano, con lámparas de polietileno, guirnaldas, apliques…con jardines verticales y cortinas vaporosas, asientos de obra, velas y textiles, con muebles muy bien diseñados, pérgolas, porches y hasta cocinas exteriores dónde saborear un trozo de verano al caer la tarde. 

Paréntesis al aire libre que nos tranquilizan y nos reparan.

Parece como si tras el invierno y la oscura primavera pasada la vida empezara en estos días de nuevo a rodar, distinta, nueva y brillante. Buscar un lugar dónde reponerse del duro invierno, saborear el verano al final del día y dejarse envolver por la brisa suave y cálida. Patios refrescantes, terrazas, huertos y jardines discretos, paraísos accesibles en los que celebrar y conversar… oasis sencillos, algunos minúsculos, en los que el tiempo resbala mucho más despacio y en los que disfrutar del abrazo del sol, nuevo y cálido.