El bosque es vida y es poesía, y es refugio y aislamiento. Del bosque hemos hecho nuestros techos y, durante siglos, el carbón de nuestras cocinas. De él, nos hemos alimentado. Somos bosque. En el bosque vive el venado y vuela el zorzal, nace la fresa y la frambuesa en primavera y en otoño las castañas y las mil y una setas.

El sotobosque es muy rico en esta época, se engalana del azul de las flores del romero y del pálido rosa del brezo. En las alturas medias son los madroños maduros los que dan nota de color y más arriba están las piñas, que casi tocan al cielo y atesoran en su interior el delicado y sabroso piñón. Cocinamos el bosque y disfrutamos comiéndolo; pienso en una aromática miel de romero sobre una tostada en el desayuno, en los delicioso marrón glace que son final de comida o principio de merienda, en los panellets tan apreciados por nosotros, en los tords amb col que tanto nos gustan, o en el sublime y majestuoso arròs brut o en el arròs de carboner, premiado y comido con fruición. Y qué decir de las setas, del boletus edulis que aquí llamamos ceps y que son delicia de risottos y pastas, de los picornells que lo mismo acompañan un buen lomo a la brasa que una deliciosa suprema de lubina, de los ou de reig que vuelven locos a los ceretanos. Y, como no, pienso, en nuestro apreciado, buscado, cocinado y paladeado esclatasang; que es el más afamado producto de nuestro bosque otoñal.

La cocina de bosque es ambivalente en sus resultados: ruda y contundente en los platos de caza como, por ejemplo, en un estofado de jabalí o delicada y suave cuando presenta una tarta de frambuesas

La cocina de bosque es ambivalente en sus resultados: ruda y contundente en los platos de caza como, por ejemplo, en un estofado de jabalí o delicada y suave cuando presenta una tarta de frambuesas. En estas páginas nos acompañan dos recetas de otoño realizadas por los afamados chefs, Álvar Albadalejo del restaurante Quadrat del Sant Francesc Hotel Singular y Claudio Lemos, alma mater del Colmado Colom. Además, uno de los vinos más apreciados en Francia, Le Beaujolais Nouveau.

El sotobosque es muy rico en esta época, se engalana del azul de las flores del romero y del pálido rosa del brezo. En las alturas medias son los madroños maduros los que dan nota de color y más arriba están las piñas con su delicado y sabroso piñón

El bosque y su cocina darían para muchos libros; somos conscientes que con este número de MANJARIA solo rozamos este universo apasionante. Haremos más números sobre el tema. Por ahora, observamos el bosque como fuente de vida y placer, todo recordando los versos del sublime Luis Cernuda: “Siento fluir bajo el otoño/pálidas aguas sin fuerza/ mientras se olvidan los árboles de las hojas que desertan”.