Estos meses de pandemia nos han hecho ser conscientes de nuestra abundancia material, de que el secreto de la felicidad, no reside en la acumulación; nos han hecho simpatizar con el concepto de sostenibilidad y también reflexionar sobre el significado mismo del vestir. Hemos pasado de valorar vestidores repletos de ropa a admirar armarios en los que lo justo y necesario se distribuye con orden y armonía.

Una vez interiorizado este cambio de paradigma ya no tiene sentido relacionarse con nuestras pertenencias como hasta ahora, es el momento de organizar nuestros espacios de almacenaje evitando acumular demasiado, evitando el, tan dañino, consumo desaforado.

Para ello debemos comenzar por descartar todo aquello que llevemos más de un año sin usar. Practicar el desapego material. Debemos pensar en dejar ir para poder dar la bienvenida a nuevas y mejores cosas y que lo que dejamos ir pueda servir a otros también, renovar, reciclar y reusar. Rechazar las cosas innecesarias, deshacerse de objetos inútiles, de todo aquello que no aporta nada esencial,  en definitiva eliminar ese deseo insano de acumular.

Deshacerse de lo innecesario y mantener lo esencial permite también darle su justo valor a cada objeto y no olvidarnos de ninguno de ellos.

Aún así puede ser necesario, por un problema de espacio, separar las prendas por temporadas, para ello podemos utilizar muebles con almacenaje escondido,  hay camas con espacios interiores, bolsas que pueden reducir su tamaño una vez tengan las prendas dentro, cajas, cestas… clasificar y categorizar es una parte esencial del proceso. Debemos adaptarnos al espacio, valorar ese espacio, es mejor tener lo justo y suficiente y que las prendas puedan “respirar” entre ellas.

Conseguir armonía y equilibrio en nuestros vestidores a través del orden, organizando la ropa por colores y texturas, unificando las perchas y su colocación, que cuando abras el armario la información que recibas sea clara y ordenada que el espacio fluya.

Cambio de estación, cambio de armario, cambio de paradigma, que este tiempo confinados nos haya hecho replantear nuestros hábitos de consumo, volvernos a enamorar de nuestro hogar y demostrar lo importante que es cuidar de nuestra casa, organizándola, para que funcione y nos apetezca estar. Interioricemos ese cambio de paradigma, la felicidad no reside en la abundancia, practiquemos el desapego material!!! … y dejemos ir.