La anchoa es un pequeño pez azul que desde hace siglos ha formado parte de la dieta mediterránea. Griegos y fenicios ya apreciaban el sabor de este suculento pescado y preparaban su salazón.

Actualmente, la anchoa fresca sigue siendo un alimento asequible, pero en conserva se ha convertido en una delicatessen. Se trata de una anchoa que se ha dejado en sal un tiempo y se envasa con aceite de oliva. El resultado es una maravilla, de sabor intenso y textura contundente; nada que ver con la suavidad de la anchoa fresca.

Es una espléndida forma de tomar proteínas, vitaminas y omega tres que permite muchas versiones: anchoas con tostada de pan con tomate, ensalada de tomate, mozzarella y anchoas..., como ingrediente de una salsa, añadiéndole aceite, huevo y zumo de limón. Pero también a solas, con un poco de pimienta y aceite. Es un alimento muy versátil. El único inconveniente: tiene una dosis elevada de sal y su precio no es precisamente bajo.

- Las anchoas son, en realidad, una semiconserva y tienen una duración limitada.

- No son adecuadas para personas que deben limitar la dosis de sodio de su dieta.

- La anchoa aporta unas 130 kcal/100 g; son un pescado graso. También contienen una cantidad muy interesante de vitaminas A y D.

- Son especialmente famosas las anchoas del Cantábrico y las de l´Escala (Girona).