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Crítica de cine

'Apolo 10 1/2: una infancia espacial', de Richard Linklater: cuando la respuesta estuvo ahí afuera

Encantadora recreación nostálgica de una época, finales de los años 60, en la que la idea del futuro despertaba ilusión y optimismo y no, como ahora, visiones apocalípticas.

Fotograma de ’Apolo 10 1/2: una infancia espacial’, de Richard Linklater.

'Apolo 10 1/2: una infancia espacial'

Dirección Richard Linklater

Estreno 1 de abril de 2022

★★★ 

Pocos cineastas han reflexionado sobre las alegrías y los dolores consustanciales a la niñez con tanta viveza y tanta honestidad emocional como las exhibidas por Richard Linklater en ’Boyhood’ (2014). Y esa habilidad queda sobradamente confirmada con su nueva película, en la que el director texano lleva a cabo el mismo tipo de cautivadora evocación de recuerdos de infancia en su día ofrecida por cineastas como Federico Fellini en ‘Amarcord’ (1973), Woody Allen en ‘Días de radio’ (1987) y Alfonso Cuarón en ‘Roma’ (2018). Con ese fin retrata a un ‘alter ego’ para el que ser un niño significa que todo es posible, incluso ser reclutado por la NASA, y cuyas fantasías sobre viajes al satélite terráqueo son, quizá, un reflejo de la aventura que su inminente entrada en la adolescencia supondrá para él.

Entretanto, ‘Apolo 10 1/2’ funciona como encantador ejercicio de nostalgia y a la vez como meditación sobre los mecanismos de la memoria, al sugerir que nuestra mente distorsiona nuestro pasado hasta hacer que parezca un sueño. Para ello, la película atiborra sus escenas de significantes temporales y culturales, como discos de 45 rpm, tardes pasadas entre máquinas recreativas y juegos de mesa, y veladas frente películas familiares en formato Super-8. Linklater no idealiza los años 60 ni rehúye los aspectos menos amables de una época en la que la infancia estaba expuesta a numerosos peligros -los castigos físicos por parte de padres y educadores, por ejemplo, estaban bien vistos-, pero sí deja claro que para él, como para cualquier otro niño que por entonces tuviera 9 años, la guerra de Vietnam y las protestas por los derechos civiles no eran más que ruido de fondo que manaba de la televisión.

A diferencia de las incursiones previas de director en el ámbito del cine animado, ‘Waking Life’ (2001) y ‘A Scanner Darkly’ (2006), aquí la rotoscopia desempeña un papel relativamente menor; ‘Apollo 10 1/2’ maneja varias otras técnicas de animación, como el dibujo de formato tradicional, las imégenes generadas por ordenador y la captura de movimiento. A nivel visual, presenta menor vocación experimental que esas dos predecesoras; prefiere avasallarnos con un sinfín de juguetonas citas a viejas películas -’Sonrisas y lágrimas’ (1965), ‘2001: una odisea del espacio’ (1968)- y series de televisión -’En los límites de la realidad’, ‘Bonanza’- y una banda sonora que encadena clásicos de The Monkeys, Vanilla Fudge, Joni Mitchell y Pink Floyd; es en buena medida gracias a todas esas referencias que llega a resultar tan seductora como recreación de una época en la que la llegada inminente a la Luna era la promesa de infinitas posibilidades para la exploración espacial y los avances tecnológicos, y en la que la idea del futuro despertaba ilusión y optimismo y no, como ahora, visiones apocalípticas.

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