Desde que se convirtió en improbable estrella del cine de acción de serie B, Liam Neeson se ha enfrentado a terroristas, a mafiosos, a pervertidos, a científicos locos, a extraterrestres y a lobos hambrientos, pero nunca antes se había medido contra un enemigo tan implacable como el hielo. Mientras lo contempla al frente de un equipo de camioneros que deben cruzar el océano congelado transportando la maquinaria pesada necesaria para rescatar a una veintena de mineros, la segunda película de Jonathan Hensleigh inicialmente funciona como un híbrido de ‘Los 33’ y ‘El salario del miedo’, y mientras tanto logra que las dificultades de los conductores para mantener sus vehículos en movimiento generen dosis razonables de suspense.
Pero, decimos, actualmente nadie contrata a Neeson para que se pase dos horas de metraje al volante de un camión, y llegado el momento ‘The Ice Road’ se revela como otro escaparate de sus habilidades particulares a la hora de repartir estopa. Lamentablemente, Hensleigh convierte al actor en una presencia meramente secundaria de su propio ‘show’, extraviada entre complicaciones narrativas -sabotaje, corrupción corporativa, racismo-, escenas adornadas con efectos visuales toscos y giros argumentales que, o bien son del todo previsibles, o bien resultan involuntariamente cómicos.
