Es un punto y aparte en la filmografía de la directora vasca Gracia Querejeta, que ha jugado una carta muy complicada de la que no ha logrado salir indemne, aunque teniendo en cuenta los inconvenientes que tenía ante sí, hay que reconocer que la cosa podía haber salido peor.

El hándicap de mayor peso es que era la primera vez que la cineasta, que tiene en su haber títulos tan interesantes como 'Una estación de paso', su ópera prima en 1892, y que es responsable de títulos de la talla de 'El último viaje de Robert Rylands', 'Cuando vuelvas a mi lado' y 'Siete mesas de billar francés', se apoyaba en un guión ajeno por completo a ella, firmado por un Luis Marías que no siempre se mueve en los ámbitos de la inspiración.

Aunque la realizadora ya había tocado de pasada el humor negro en 'Cordelias y Felices 140', lo hizo en muy diferentes circunstancias. Y lo cierto es que no llega a captar la esencia de un relato que si bien contiene momentos divertidos, no consigue situar en su lugar a unos personajes que más que brillantes son delirantes. Eso sí, con el soporte impagable de un reparto que sabe sacar las castañas del fuego en momentos en los que parece que se pierda un tanto el rumbo.

Pero nombres como Maribel Verdú, que sigue disfrutando de su mejor momento y que lleva las riendas del reparto en su cometido de Lleyre, o Antonio Resines, Paula Echevarría, Luis Tosar y Javier Cámara, algunos en apariciones cortas pero jugosas, permiten que la cosa no sólo no vaya a peor sino que supere altibajos pronunciados.

La trama comienza con un cadáver, el del esposo de Lleyre, que ha sido víctima de un arrebato de su propio hijo, que sufre graves trastornos. La madre, por supuesto, se impone salvar al hijo de tan delicada situación y en ese trance que moviliza a una serie de individuos empeñados en sacar partido salen a la superficie evidencias de una corrupción generalizada que obligan a intervenir a dos policías. Ingredientes que pretendían provocar la sonrisa y que a pesar de que no dan en la diana, tampoco llegan a aburrir. Algo es algo.