Una pequeña pero esmerada joya del cine norteamericano de serie B que se adentra en un territorio poco explotado que saca a la superficie los verdaderos problemas de un individuo, Wilson, que se enfrenta con osadía a una realidad que trata de cortar de raíz su independencia y su afán de libertad.

Solitario, misógino, rebelde y antihéroe, conectamos con él en un momento especialmente triste, puesto que su padre sufre un cáncer terminal y apenas le dan unos días de vida. Por eso acude al hospital a despedirse de él. Lo que ignora es que ese viaje va a marcar tendencia en su futuro, hasta el extremo de que va a vivir una serie de experiencias que le ponen en contacto con los momentos más significativos de su inminente pasado.

Esta es la historia de Daniel Clowes que acabó convirtiéndose en una novela gráfica y que el propio autor transformó en guion para llevarlo a la gran pantalla. Una oportunidad que Clowes, que fue nominado al Óscar en 2001 por el mejor guion adaptado de 'Ghost world', no ha dejado escapar y que ha dirigido con talento e imaginación Craig Johnson, autor con anterioridad solo de un largometraje, la comedia negra 'Skeleton twins'.

Metidos de inmediato en el mundo frenético de Wilson, que puede llevar al paroxismo a sus compañeros de viaje, incapaces de hacer frente a la locuacidad de aquél, es trascendental que hagan acto de presencia dos actores soberbios que confieran a los fotogramas un arraigo y una dimensión única. Se trata de los veteranos Woody Harrelson y Laura Dern, que dan una verdadera lección de cómo afrontar personajes tan complicados sin caer en los excesos grotescos.

Es así, buscando el paradero de su ex esposa, a la que no ha visto en años, como el protagonista descubre datos increíbles de una realidad que vivió años atrás. El más impactante de todos es que tiene una hija adolescente, Claire, de cuya existencia no sabía nada y a la que logra encontrar gracias a su ex, una mujer que ha experimentado para mejor, contrariamente a lo que él esperaba, un cambio más que notorio.