Uno de los mayores problemas del indie americano es que, a pesar de su etiqueta independiente, se ha convertido en un género fácilmente reconocible por su factura pop y minimalista.

Lo que en un inicio surgió como un cajón de sastre que definía la forma de producción de un conjunto de películas llevadas a cabo fuera de Hollywood, ha acabado por ser un estilo (más) de esa industria, especialmente, tras el impulso ofrecido por festivales como Sundance. Precisamente, allí ganó Mike Cahill sendos premios con su primera película de ficción, Otra Tierra, con la que parecía llamado a convertirse en el nuevo director indie de la Fox Searchlight Pictures, división de cine independiente de la Fox. En efecto, Hollywood absorbió el indie.

Ese problema de falta de personalidad se filtra a través del estilo homogeneizado de muchas de estas producciones, a lo cual escapa Mike Cahill, pues con su segunda película de ficción, Orígenes, subraya notablemente temas y estilo propios. Ganadora de los festivales de Sundance y Sitges, la película gira alrededor del enfrentamiento entre ciencia y espiritualidad a través de las dudas que aparecen en su científico protagonista.

Orígenes invita a abrazar un mundo sin respuestas racionales, es una llamada a la espiritualidad y a dejar abierta una puerta a lo desconocido. Como ya hizo en Otra Tierra, Cahill apuesta por la convivencia de varios mundos; mientras la primera adoptaba la forma y las características de la ciencia ficción (a la Tierra le surge un planeta hermano, en el que viven los dobles de la humanidad), en Orígenes los componentes fantásticos quedan soterrados bajo las creencias que se exponen tras la (s) historia (s) de amor, reencarnación y destino que dominan el filme.