No hay nada que detenga a Angelina Jolie, y Maléfica, la nueva versión de La Bella Durmiente, clásico de Charles Perrault que Disney ya llevó al cine en 1959, es un inmejorable ejemplo.

Dentro del nuevo ciclo hollywoodiense que revisita los cuentos de hadas, Maléfica es de las lecturas más arriesgadas hasta el momento, no sólo porque da protagonismo a la mala del cuento, sino porque esta nueva visión, más oscura, siniestra y más digital, del personaje ofrece una actualización en clave feminista y matriarcal que no tiene nada que ver con la interpretación convencional de estos relatos infantiles.

En este sentido, Maléfica se encuentra más cerca de Brave, la película de animación sobre una princesa pelirroja que defendía su independencia como mujer, que de los antiguos filmes de la época dorada de la compañía; y tenemos que agradecerle a Jolie este pequeño triunfo.

Tanto el director, como la guionista Linda Woolverton se ponen al servicio de Angelina y crean una protagonista abrumadora y con matices insólitos. Cierto que hay secuencias rutinarias y que la princesa Aurora no tiene fuerza como personaje, pero el desenlace de Maléfica es una inesperada victoria.