'Los amos del barrio' no responde a las expectativas creadas, sobre todo por un reparto de nombres de cierto prestigio, y es una película menor y solo esporádicamente divertida que efectúa una curiosa pero a la postre poco efectiva combinación de comedia y de cine fantástico sobre invasión de extraterrestres.
No supone, desde luego, ninguna medalla para el director Akiva Schaffer, forjado alrededor de un popular programa de televisión estadounidense, Saturday night live, que reitera gran parte de los defectos que evidenciaba su cinta previa, Flipado sobre ruedas.
Buena parte de las deficiencias hay que atribuirlas a un guión poco imaginativo que es un conglomerado de ingredientes tópicos unidos sin la necesaria cohesión.
Ben Stiller no brilla a su nivel habitual y tampoco Vince Vaughn se muestra demasiado inspirado. Estos 'amos' del barrio, que en realidad es una urbanización residencial denominada Glenview, son cuatro tipos voluntarios que han respondido a la convocatoria de uno de ellos para tratar de dar respuesta a la creciente inseguridad que impera en la zona. Se sienten como agentes frustrados y han decidido, después sobre todo de la extraña muerte violenta de un vecino, formar una patrulla para impedir que cosas como ésta se repitan y colaborar así con una policía, que no los toma muy en serio, que se siente incapacitada en casos semejantes.
Lo que no podían imaginar es que el suceso que les ha movilizado tiene que ver no sólo con extraterrestres, sino con una invasión en toda regla de unos alienígenas que revelan una tecnología mucho más avanzada que la nuestra. Este cóctel poco sabroso de humor y de terror no termina de encajar las piezas con la necesaria cohesión para que sea minimamente rentable. Ni en el plano de la comedia clásica, con los sucesivos problemas los cuatro patrulleros, con los de un Ben Stiller que se siente frustrado porque no puede tener hijos a la cabeza, ni menos aún en los de una cienciaficción de pacotilla que chirría en un formato semejante. La experiencia, pues, falla y con ello el tinglado de la cinta se desmorona.
