'Buscando a Eimish' rebusca en el terreno siempre abonado de la crisis sentimental de la pareja y de la necesidad de tomar la decisión adecuada para poner, en el sentido que sea, solución a la misma. Lo hace con instrumentos desiguales, que denotan en su directora y guionista, la debutante en el largometraje Ana Rodríguez Rossell, una indudable sensibilidad para el tema pero también una lógica falta de experiencia, sobre todo para definir a personajes tan emocionalmente alterados con la necesaria coherencia.

Con estos pros y contras, la película no se consolida como debiera y sus oscilaciones dramáticas y algunos de los recursos del guión impiden que conecte de lleno con el espectador. Es una sensación que se traslada, asimismo, a los actores, especialmente a un Óscar Jaenada y a Manuela Vellés no siempre acertados.

Para Lucas la situación que vive súbitamente, que no es otra que la temida de llegar a casa y descubrir que tu pareja, Eimish, se ha marchado sin decir nada, es terrible y, además, inesperada. Es obvio que había síntomas de crisis entre ellos, fruto de la negativa de él a tener hijos, algo que ella desea fervientemente, pero no imaginaba que serían causa para ella de ruptura. Sin embargo, como señala el título, no arroja la toalla y opta por buscar a su chica allá donde se encuentre.

Ella misma le da una pista, que se marcha a Alemania, lo que le hace pensar que puede estar con un ex novio, Kai, que reside en dicho país. El caso es que esta decisión complica las cosas de terceras personas, especialmente de la esposa de Kai, que teme, por ciertos detalles que no se le borran de la cabeza, que su compañero siga queriendo a Eimish. Estos son los derroteros de un relato que tiene su principal déficit en la falta de definición dramática de los personajes y en la discutible viabilidad de algunos de ellos que parecen forzados, especialmente la aparición en Italia de la madre de Eimish y su encuentro con Lucas.

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