La película Kepler Sexto es un viaje espacial surrealista, cómico, emotivo y agridulce que trata de despegar de una realidad social cruda, pero a la vez esperanzadora. Una historia, protagonizada por Karra Elejalde, a medio camino entre el cine de ciencia-ficción americano y el cine de autor europeo. Un personaje, un Quijote del sXXI, que ha perdido la cabeza y que junto a Zai, una niña inteligente, con mucha imaginación y sensibilidad a la que la vida le ha negado la infancia, se embarcan en una misión de rescate mutuo a través del mundo imaginario de Jonás.

La película es todo un canto a la esperanza a través de mil metáforas

Espero que sí. Yo creo que, sin ser un alegato, sí que hace pensar sobre dos fases de la vida de una persona como son la adolescencia y la senectud. Estos son dos momentos de inflexión en la vida, periodos en los que estamos más desvalidos, o cuanto menos, más necesitados de verdad. Y, en esta sociedad que estamos construyendo, tenemos desatendidos a muchos adolescentes y a casi en su globalidad a los ancianos. Yo me acuerdo que, antes, a los abuelos se les tenía devoción y un especial respeto cuando, a día de hoy, parecen un mueble y un estorbo. Parece que si atiendes sus problemas de jubilación y les das la comida o les quitas el pañal ya están bien cuidados, cuando su gran problema se llama soledad. Estos dos momentos están muy bien reflejados en la película y como, con dos edades tan distintas, uno puede contribuir a mitigar los males del otro.

Porque la soledad no tiene edad...

Pero igual estamos más capacitados para gestionar la soledad cuando tenemos de 37 a 45 años, que cuando tenemos 12 o cuando tenemos 89. A eso me refiero. Y no hay ningún partido político que hable de algo tan importante como la soledad; ellos, con hablar de pensiones y sanidad, parece que ya es suficiente.

En ambos casos, frente a la soledad voluntaria, la empatía hacia el próximo..

Y también la imaginación y la capacidad de evocar. Yo me acuerdo de cuando era niño y me castigaban. Primero lloraba y luego me rebotaba y, al no poder salir de casa, siempre tenía el recurso de la fantasía . ¿Sabes? jugando y con mis pajas mentales yo he sido muy feliz. El problema es la gente que no tiene recursos para eso, que los hay. Por lo menos, la niña y el abuelo de imaginación van sobrados.

En la película se exponen diferentes maneras de sentirse incomprendido e inadaptado.

Totalmente. A mí me parece muy bien como Jonás llama alienígena a todo aquello que le infla los huevos, es decir, el de la luz, el de la tienda, el de la electricidad, el del agua, el del ayuntamiento, el del desahucio, pero ve una niña que no es alienígena y la acepta. ¿Sabes por qué? Por bondad y porque ella no tiene maldad. El cerebro humano es capaz de generar miles de cosas cuando se siente jodido pero también sirve para no volverse loco. A veces, el estado de shock o los sobresaltos son reacciones corporales para que la cosa no vaya a peor. Yo creo que Jonás, ante su situación personal, decide pulsar el hiperespacio y volverse loco para no volverse loco. No sé si me explico. Además, por otra parte, se justifica su síndrome de Diógenes en que era técnico de mantenimiento, por lo que sabe de automatismos, de electricidad, electrónica, de mecánica... Creo que es un astronauta frustrado y para más inri trabajó en el planetario. Cuando se le acumularon las desgracias, el tío desconectó y se creó un mundo paralelo. Para unos es un chalado pero la realidad es que ese es el antídoto perfecto para la situación en la que se encuentra.

Ojalá, con sus peculiaridades, hubieran muchos Jonás.

Y niñas como esa. No lo pases por alto. Generalmente los niños pasan de todo, quieren a sus abuelos pero al resto de abuelitos los miran mal. Esta niña, con todo el miedo que le da el vecino, transgrede de todo y se apiada del estado mental de este hombre y a la vez se fascina también con todo ese mundo.

Con Jonás, todo un Quijote del siglo XXI, se homenajea de alguna manera a Cervantes.

Es un Quijote espacial, que tiene momentos de lucidez y momentos de chaladura total. Creo que queda un personaje muy empático y entrañable aunque a veces puede dar pena, pero también induciré a la risa.

¿Ha sido un trabajo para disfrutar y quedarse con buen sabor de boca?

Una cosa es cuando lo haces y otra cosa cuando ves el resultado. Al verlo es verdad que me dejó muy buen sabor de boca. El amigo Alejandro Suárez Lozano hizo un grandísimo trabajo. Es un tío con un talento increíble. Hemos hecho un buen trabajo, pero el proceso de trabajo fue durísimo. Rodamos en pleno covid en València, encerrados en un piso que no tendría más de 60 metros cuadrados con un equipo de 60 personas. Además soy asmático y lo pasé fatal con la atmósfera de humo y la escafandra porque la película toca tangencialmente la ciencia ficción. Me angustiaba mucho. Los rodajes son muy duros y putos. Me resultó muy cuesta arriba, para qué voy a engañar. Fue uno de los rodajes más duros de los que he trabajado.

Vamos que a la NASA no quiere viajar.

No, no. No tengo ninguna ilusión de salir de mi pueblo. Para ser astronauta hay que tenerlos cuadrados. Yo no serviría.

Pues, tal y como están las cosas, no estaría mal viajar al espacio.

A veces dan ganas, sí. Menuda basura todo, pero que estemos aquí es buena señal. De momento sabemos lo que significa ser y lo que no sabemos es lo que significa no ser. ¿Sabes lo que te quiero decir? En principio, le das una patada a un gato muerto y no se queja, pero todos tenemos cierto yuyu a no ser. De momento, mejor quedarnos aquí.